La noche del sábado reapareció el argentino Sergio “Maravilla” Martínez , campeón mundial CMB de peso medio. Lo hizo ante el inglés Martin Murray en la que fue la primera defensa de su corona.
La nacionalidad del retador no estuvo exenta de ciertas e insoslayables connotaciones políticas, a raíz del publicitado diferendo con las Malvinas.
Once años tenía Sergio Martínez de no pelear en su país y ante su gente, por lo que soñaba con obtener otro triunfo rutilante ante los suyos, más las cosas no le salieron como esperaba.
El “decorado” del combate mostró a un Murray desde el principio abroquelado en una guardia hermética con objeto de conjurar algún peligroso cañonazo a Martínez y a este bajando la guardia ante su rival, invitándolo a que saque las manos para plasmar su conocido “libreto” de contragolpe.
Después de tres rounds iniciales, donde “no hubo nada para ninguno”, Martínez comenzó a acusar crecientes dolores en su mano izquierda, la misma que se le había resentido ante el mexicano Julio César Chávez en Las Vegas, y poco después también aparecieron problemas en una de las rodillas, recientemente operada en España, donde reside.
Murray, con un boxeo lineal y cerrado, logró adueñarse del centro del ring, que como ocurre en el ajedrez, en el boxeo también implica una ventaja.
“Maravilla”, quien había prometido un knockout a partir del octavo round, fue precisamente derribado en ese mismo round por una combinación de derecha e izquierda a la cabeza. Fueron golpes que enmudecieron el estado de Vélez Sarfield y en alguna medida convirtieron el sueño de Martínez en pesadilla.
El final de la pelea dejó sensaciones encontradas en el público, que por un momento temió lo peor. Si bien el boxeador quilmeño ganó por puntos (115-112), no fueron pocos los que pusieron en duda esa ventaja.
Incluso, y más allá del localismo que nunca falta, los analistas serios no tuvieron problemas en convenir que el inglés debió salir con la diestra en alto.