Aunque para muchos se vive en la cultura del desecho, donde lo que vale es tener cada vez más productos nuevos, aún hay también quienes se dedican al milenario arte de reparar, de tomar con las manos lo viejo y darle nueva vida.
De esta forma, se mantiene también viva la idea de que cuidar puede ser sinónimo de hacer lo posible para que algo siga con nosotros un tiempo más, no por simple apego, sino porque vale la pena hacer el intento de que no se convierta en basura tan rápido.
Por tal motivo, en casi todos los pueblos del país se pueden encontrar aún pequeños talleres artesanales que se mantienen en pie de lucha, trabajando con sus manos la técnica para que las cosas permanezcan más a nuestro lado.
Son talleres de electrodomésticos, de reparación de calzado o clínicas de ropa, en los que día con día se puede apreciar donde la gente de todas las edades llega con la esperanza de que ese algo que llevan en sus manos pueda extender su vida un poco más.
El centro de San José no es la excepción, de hecho, la capital alberga cientos de estos talleres que también hacen de tiendas, donde se pueden comprar artículos tanto nuevos como reparados, cuyo dueño no alcanzó a recoger.
DIARIO EXTRA se dio una vuelta por estos negocios y conversó con sus dueños, quienes cuentan que, si bien cierto cada vez es menos la cantidad de clientes que acuden a sus servicios, el arte de la reparación es todavía una forma viva de ganarse la vida.
TIeMPO EN ESTO
María Isabel Vázquez heredó su zapatería, ubicada en Calle 4 de San José, entre las avenidas 6 y 10, de Edgar Ferrera, su difunto esposo, Con su esfuerzo, continúa funcionando luego de 22 años y, además de mantener a su familia, da trabajo a dos artesanos que laboran en el lugar.
Allí reparan zapatillas de vestir, botas, tenis y todo tipo de calzado, a la vez que venden zapatos nuevos con variedad de diseños, los cuales hacen a pedido de sus clientes.
“Los trabajamos en cuero, aquí mismo son confeccionados los zapatos, con los materiales que nos soliciten, la horma y la suela adecuadas”, explicó Vásquez.
Un poco hacia el sur, en Barrio Los Ángeles, se ubica un pequeño taller de reparación y confección de prendas de vestir, emprendimiento de Alejandro Coromoto, quien lo puso luego de más de 15 años de trabajar en una fábrica de ropa.
Ahora repara y crea desde cero camisetas, dando empleo hasta a ocho operarios de máquinas de coser overlock, plana, de codo y de corte de telas.
También el caso de César Rodríguez, técnico en reparación de electrodomésticos, quien lleva dos años trabajando en un taller en el Condominio Las Américas, entre las avenidas Segunda y 4, en el centro de la capital, lleva más de 25 años en el negocio, pues inició como aprendiz en el local de su tío cuando apenas era un adolescente.
Explicó que la mayoría de los artículos que se venden en el mercado tienen garantía de entre seis meses y dos años, tiempo después pueden descomponerse en cualquier momento, no obstante, asegura que muchos se resisten a que simplemente dejen de funcionar.
“Hay muchos clientes que acuden por algunos electrodomésticos para reparación, en su mayoría ollas arroceras o coffee makers”, comentó.
De igual forma, son muchos lo que acuden para extender la duración de sus lavadoras, cocinas y refrigeradoras.
OBSOLESCENCIA PROGRAMADA
En los últimos años se viene hablando de la obsolescencia programada, forma en que se le conoce al desarrollo de productos que tienen una vida útil limitada, la cual es definida desde antes de salir al mercado.
Esto quiere decir que las empresas que producen artículos, como televisores o teléfonos celulares, los hacen sabiendo (y queriendo) que no duren más de determinado tiempo, el cual puede ser tres, seis o 10 años, según les convenga.
Esto incentiva a que los compradores deban adquirir el producto nuevamente, quiéran o no, lo que representará nuevas ventas para la compañía.
El término fue mencionado por primera por el diseñador industrial estadounidense Brooks Stevens en una conferencia de publicidad en Minneapolis en 1954.
La historia reporta que el primer producto con obsolescencia programada fue el bombillo incandescente, las principales empresas que los fabricaban se reunieron en Ginebra, Suiza en 1924, con el fin de definir un periodo máximo en que podían durar sus productos, el cual quedó definido en 1.000 horas, casi la mitad de lo que antes duraban.
Ese mismo año, Alfred P. Sloan Jr., ejecutivo de General Motors, sugirió lanzar nuevos modelos de carros cada año, con el fin de que sus compradores tuvieran un motivo para hacerse de uno nuevo.
Estas medidas tuvieron gran repercusión en la industria y la política, sobre todo con el impacto de la Gran Depresión de la década de 1930 y más tarde con la llegada de la Segunda Guerra Mundial.
Ahora se habla de que varios productos tecnológicos tienen una vida útil programada, a partir de la duración de su batería, de los programas de software, o de algunas de sus partes, para las cuales no se producen repuestos.
Sin embargo, esto llega a muchos otros ámbitos de la industria, como la producción de prendas de vestir, donde temporada con temporada se presentan nuevos diseños que hacen que los de ediciones anteriores estén “pasados de moda”.
DESECHOS EN EL MUNDO
De acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), cada año se generan cerca de 400 millones de toneladas de desecho plástico en el mundo.
Una cuarta parte corresponde a aparatos electrónicos, pues según el último reporte, sus desperdicios correspondieron a 53, 6 millones de toneladas, aunque se prevé que pronto esta cifra superará los 100 millones de toneladas.
Sin embargo, lo que parece más difícil de creer es que año con año se confeccionan 100.000 millones de prendas en el mundo, de acuerdo con información del Pulse of the Fashion Industry, laborado por la Global Fashion Agenda,
Dicho reporte asegura que anualmente de tiran a la basura 92 millones de toneladas de prendas y calzado.
MANTIENEN VIVA LA TRADICIÓN
César Rodríguez
Técnico de electrodomésticos
“Mucha gente que venía a reparar en los años 90 es la misma que está viniendo hoy en día. La juventud no busca este tipo de cosas, muy poca gente busca cómo reparar, ellos no piensan en estas reparaciones, como nuestros papás, para ellos es más fácil botar y comprar uno nuevo, por eso mucho ahora es desechable”.
María Isabel Vázquez
Dueña de zapatería
“Trabajamos con la misma técnica de siempre, con pegamento, clavos y costura, como dicen, más que todo artesanal. Hay periodos en donde se vende más y otros donde la gente viene más a reparar. Aunque sí ha bajado la clientela, el negocio todavía da para vivir, para mantener viva la tradición, pero sí se pone difícil en ciertos momentos”.