Con la Bula de convocatoria al próximo jubileo 2025, bajo el lema: “Spes non confundit” – “La esperanza no defrauda” (Rm 5,5), el Papa Francisco quiere animarnos a todos los cristianos a hacer de la esperanza un pilar fundamental de nuestra vida.
En este documento, el Papa ofrece una profunda reflexión sobre nuestra Madre del Cielo, destacándola como el más sublime ejemplo de la esperanza a la que todos estamos llamados.
Francisco destaca cómo en María “vemos que la esperanza no es un fútil optimismo, sino un don de gracia en el realismo de la vida” (Bula de Convocación al Jubileo 2025, n.24). En la madre de Jesús, la esperanza va más allá de un positivismo superficial; es algo profundo y significativo. La esperanza en María se manifiesta como un don de gracia que se experimenta en la realidad cotidiana.
Debemos pedir a Dios la gracia de ser personas llenas de esperanza, como lo fue María, lo que implica mantener, con su fuerza, una actitud positiva y perseverante ante los desafíos.
“Como toda madre, cada vez que María miraba a su Hijo pensaba en el futuro, y ciertamente en su corazón permanecían grabadas esas palabras que Simeón le había dirigido en el templo: ‘Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón’ (Lc 2,34-35). Por eso, al pie de la cruz, mientras veía a Jesús inocente sufrir y morir, aun atravesada por un dolor desgarrador, repetía su ‘sí’, sin perder la esperanza y la confianza en el Señor”.
En las anteriores palabras, el Papa conecta los sentimientos de María con los de todas las madres que esperan lo mejor para sus hijos, pero también saben que estos deben enfrentar las dificultades de la vida. María conoce profundamente las angustias y preocupaciones que enfrentan las madres en su vida diaria. Ella misma experimentó momentos de incertidumbre y dolor, desde la huida a Egipto hasta la crucifixión de su Hijo; como madre comprende las alegrías y las preocupaciones de toda mamá.
El título de Estrella del Mar, atribuido a la Santísima Virgen, y que retoma el Papa Francisco en este documento, nos invita a reflexionar profundamente sobre el papel de María como guía y protectora en nuestras vidas, especialmente en tiempos de desafíos, evocando la imagen de una estrella que brilla en medio de la oscuridad y guía a los navegantes hacia tierra firme.
Roguemos a nuestra amada Madre, La Negrita de los Ángeles, cuya devoción en estos días resplandece con especial ternura, que su luminoso ejemplo irradie su luz sobre nosotros. Somos conscientes de los retos que enfrentamos, retos que amenazan con despojarnos de nuestra esperanza. No obstante, depositamos nuestra confianza en que, bajo su amoroso amparo y poderosa intercesión, somos capaces de superarlos.
*Arzobispo Metropolitano