Lo mejor en la vida es tener muchos amigos. A la vez, tener muy claro que, en POLÍTICA, no es lo mismo ser “adversario” que “enemigo”. Son dos palabras distintas que debemos diferenciar.
En POLÍTICA, se puede, se debe, y es legítimo y necesario, tener opiniones y soluciones diferentes a los problemas nacionales. No por eso tenemos que tratarnos y considerarnos enemigos. Menos aún en un país pequeño, como es Costa Rica, necesitado de un gran proyecto nacional para potenciar sus enormes fortalezas, superar sus debilidades estructurales y encontrar el mejor camino hacia un desarrollo económico integral con justicia social y oportunidades reales para el “mayor número de los costarricenses”.
Existen, y son legítimas y necesarias, las diferencias sobre el mejor modelo de desarrollo para nuestro país. Eso nadie lo discute. Es más, Costa Rica necesita que esas diferencias se pongan bien claras y fundamentadas sobre la mesa y que se debatan libremente en los foros institucionales formales y también en la prensa y los medios de comunicación colectiva.
Igualmente, así debería ser en las redes sociales que sirven para hacer mucho bien e igualmente para confundir, polarizar, sembrar odio y para que algunos se escondan en el cobarde anonimato.
Así es el mundo en el que vivimos hoy en día. Esa es la nueva realidad que vive la humanidad y eso solo con EDUCACIÓN y estimulando el PENSAMIENTO CRÍTICO se puede enfrentar y superar, en un esfuerzo que debe ser de todos y con mucha conciencia e inteligencia ciudadana.
Bien dijo alguna vez un distinguido Benemérito de la Patria que “los males de la democracia, solo se curan con más democracia”. Así es y nunca lo debemos olvidar. También que esa forma superior de organización política de la sociedad que es la democracia, la debemos fortalecer todos los días.
El camino costarricense es por medio del diálogo, el debate sereno y responsable, la contraposición seria de propuestas y soluciones, rechazando la polarización, el insulto, el ataque “ad hominem” y manteniendo, en todo momento, el respeto que siempre debe existir entre gobernantes y gobernados, entre seguidores de un partido político y los de otro, así como entre los representantes de los distintos sectores de la sociedad.
Nada sería peor para Costa Rica que un estado social y político de polarización y odio entre distintos factores de “poder político” y entre la misma ciudadanía. Lamentablemente eso está sucediendo así en Costa Rica.
Ese es el hecho objetivo y sus manifestaciones son muchas. Un gravísimo error de perspectiva que todos, sin excepción, debemos esforzarnos por superar y evitar, poniendo a Costa Rica primero y valorando y ejerciendo el diálogo franco, constructivo y patriótico que necesitamos, como el mejor instrumento de la convivencia social y política. ¡Que así sea!
¿Y usted qué opina?