La Feria Internacional del Libro en Costa Rica regresa de forma presencial tras la pandemia y ofrece, además, diversas actividades de gran interés cultural para el público. Este año han dedicado la Feria al Museo de los Niños, lo cual nos llena de orgullo y nos compromete, aún más, a estimular el hábito de la lectura en nuestros visitantes, especialmente niños y jóvenes.
Es evidente y preocupante que los libros han perdido terreno frente a los dispositivos electrónicos, la lectura y la escritura parecen no ser prioridad y poco a poco nuestros estudiantes están perdiendo habilidades básicas que les ayudan a su desarrollo neurológico y a la apropiación de conocimientos.
A la humanidad le tomó siglos desarrollar la escritura, encontrar los soportes donde plasmar aquellas incipientes manifestaciones que evolucionaron en pictogramas hasta llegar a la creación del alfabeto. Con el correr de los años, papiros y libros llenaron las bibliotecas que resguardaron el conocimiento y el saber.
Los primeros signos escritos de los cuales tenemos conocimiento surgieron hace más de 6 mil años en Mesopotamia, pero los orígenes de la escritura en sí no están claros, los egipcios, los hindúes, los chinos y los mayas lograron desarrollar las primeras escrituras de las cuales tenemos conocimiento.
Hoy no podemos imaginar un tiempo en el que no existía un alfabeto, sin embargo, lo hubo. No es sino hasta que un sabio, del cual no tenemos un rostro o un nombre, logró sintetizar sonidos y dar forma a las primeras letras del alfabeto griego, mismas que, en esencia, seguimos utilizando, mismas que permitieron la transcripción de leyendas, el registro de la historia y la transmisión de las ideas que ha llegado hasta nuestros días.
La invención del alfabeto abrió, para las grandes mayorías, las puertas al conocimiento y democratizó el acceso al pensamiento, a la cultura y la ciencia.
Dice Irene Vallejo en su libro “El Infinito en un Junco”: “El alfabeto fue una tecnología aún más revolucionaria que el internet. Construyó por primera vez esa memoria común, expandida y al alcance de todo el mundo. Ni el saber ni la literatura completa caben en una sola mente, pero, gracias a los libros, cada uno de nosotros encuentra las puertas abiertas a todos los relatos y todos los conocimientos”.
Los libros han cambiado el rumbo de la historia, el fin del medioevo coincide con la invención de la imprenta por Gutenberg, que permite la divulgación del conocimiento y el resurgimiento de la cultura; es durante el Renacimiento que las ideas, la tecnología, las nuevas corrientes ideológicas se expanden gracias a la impresión y circulación de miles de copias de libros que antes solo se podían encontrar en los monasterios; surgen las bibliotecas en manos de burgueses y nobles, nace el comercio de libros, el conocimiento deja de ser propiedad de unos cuantos y el mundo cambió para siempre; el poder de la palabra, sin embargo, comenzó a ser temido por aquellos que hacían uso del conocimiento para su beneficio, retención del poder o enriquecimiento.
Pero ni la censura, ni la prohibición, ni la hoguera pudieron impedir el vertiginoso desarrollo que ha vivido el mundo ni frenar el impacto que los libros han tenido en el ser humano desde su invención.
El poder que los libros encierran en sus páginas ha sido capaz de cambiar la mente de las personas y hacerlas libres. Los libros han sido responsables de la caída de reinos y dictaduras, han impulsado el desarrollo de la inteligencia, la creatividad, la imaginación.
Recuperar y desarrollar el hábito de la lectura es una tarea impostergable en un momento en el que la educación se ha visto comprometida, tanto como la capacidad para frenar la desinformación y la manipulación propia de nuestros tiempos.
Vivimos un tiempo en el que la credibilidad de las personas, los medios y las instituciones está puesta en duda y son los libros y el conocimiento que encierran los que nos pueden dar luz sobre la verdad, los que nos pueden guiar por la historia para no cometer los mismos errores, los que nos permiten desarrollar habilidades e inteligencia para enfrentar los retos del presente.
El retorno presencial de la Feria Internacional del Libro nos presenta una oportunidad para introducir, de nuevo, a nuestros hijos y nietos en el mundo de la lectura y así ayudarles a superar la crisis educativa que les ha tocado vivir. Leer no solo les permitirá adquirir nuevos conocimientos, viajar a otros mundos y épocas, encontrar sus raíces en la historia y construir sus sueños; leer les ayudará a pensar, a desarrollar su inteligencia, a cuestionar, a discernir y disentir en un mundo en el que parece que los “influencers” tienen la última palabra.
Si queremos cerrar la brecha educativa, si queremos dar a las nuevas generaciones una verdadera oportunidad para enfrentar el futuro tenemos que poner un libro en sus manos e incentivar el hábito de la lectura, todo lo demás caerá por su propio peso.