Barrio El Carmen, Alajuela.- Hay personas que se convierten en una institución dentro de otra y este es el caso de Lorena Salazar López, secretaria y gerente general del equipo Carmelita.
Esta semana está cumpliendo 17 años de haber llegado al cuadro de la barriada alajuelense, el cual ama de sobremanera, porque además dejó el ombligo ahí y vive a 200 metros de la Plaza.
José María Figueres gobernaba cuando ella decidió acogerse a la movilidad laboral y desde ahí empezó a ser más que una madre para muchos jugadores carmelos.
Llegó como secretaria, puesto que mantiene con orgullo y ahora lidera la Gerencia General. Cuando le preguntamos qué ha hecho por Carmelita respondió: “¿Qué no he hecho? Desde coser medias hasta negociar jugadores, aquí el que viene tiene que ser polifuncional. Para mí Carmelita siempre ha sido parte de mi vida, por el equipo y porque nací en el Barrio El Carmen. Mi corazón es carmelo”.
Su buen trato le ha hecho que se gane el sobrenombre de mamá, de muchos que han pasado por las filas verdolagas. “Muchos me dicen mamá, sobre todo los jugadores que han venido de procesos de liga menor y eso es bonito. Michael Umaña siempre está en contacto conmigo y (Rodolfo) \’Boby\’ Álvarez, entre otros. Yo los veo como si fueran mis hijos”.
Contó que el más bromista que haya conocido era Rodrigo “Rocky” Cordero, quien le pedía siempre una bola que le habían traído a “Cañón” González de Barcelona con las fotos de los jugadores. \’Me decía, déjeme coger esa bola y yo le decía que no, entonces él decía \’que se queme este club con todo\’.
“JUGABA O COMÍA”
Para ella Dios sabe por qué hace las cosas y todo tiene un propósito. Nunca podrá olvidar una experiencia vivida en el club de sus amores. “Me tocó oír a un jugador, quien ya no está con nosotros, que me decía un día de partido \’se me rompieron los tacos´. Me dijo Román González, el entrenador, que hoy voy de titular, pero tengo un problema, si arreglo los tacos no puedo almorzar y si almuerzo, no puedo jugar. Son anécdotas de chiquillos que uno llega a estimar. Hasta la fecha, a más de uno he tenido que llevarme para mi casa y darles la alimentación. Ese muchacho del que le hablo, todos los años en diciembre, viene a darme una vuelta a ver cómo estoy. Es mucho el cariño que guardo por todos los que han pasado por aquí”.
“CAÑÓN” TODAVÍA LA ACONSEJA
“Para mí don Carlos (Cañón González) todavía está vivo y siempre estará en nuestros corazones”, nos cuenta, mientras se toma una taza de café y ofrece azúcar para el nuestro. “Todo lo que he aprendido a negociar y cuidar cada cinco de Carmelita es gracias a él. Esa fue la enseñanza que nos dejó, dar más de lo que podemos, siempre ser humilde y honesto. A veces estoy en la oficina y se me viene una idea. Yo sé que es don Carlos quien me está iluminando”.