El aviso de posibles sanciones contra Nicaragua por el tema de las elecciones realizadas el pasado domingo no solo es una señal de alerta para ese país, sino también para Costa Rica.
Según expertos en la materia, las decisiones que en este sentido tomen países como Estados Unidos o la Organización de Estados Americanos (OEA) provocarán que recrudezca la migración de nicaragüenses a suelo nacional.
Pero a esto habría que sumarle que el Gobierno de Tiquicia indicó que no reconocía el nuevo mandato de Ortega, lo que expertos ven como una afrenta que pondría las relaciones entre ambas naciones más tensas todavía y no sería de extrañar que se presenten represalias en contra de nuestro país.
No podemos obviar que en temas comerciales Nicaragua es el quinto destino de las exportaciones ticas, muchas materias primas para productos que se hacen acá vienen desde este país vecino.
No hemos dimensionado escenarios quizá catastróficos para muchos pero que pueden ser posibles, porque han ocurrido en otras oportunidades, como el cierre de las fronteras, lo que complicaría aún más la reactivación económica en territorio nacional.
Cabe recordar que este país es un puente para el comercio con Centroamérica y a la fecha no se ha concretado el proyecto del ferri con El Salvador que apenas constituiría una medida paliativa.
Todas estas situaciones que se podrían presentar a nivel económico sin lugar a dudas vendrían a agravarse si además a esto se debe sumar una migración masiva como la ocurrida en 2018.
Ese efecto ya no será solo por la escalada de violencia y detenciones arbitrarias, sino también por la caída en la inversión, el aumento del desempleo y la pobreza. En fin, el estancamiento de la economía de ese país amigo puede convertirse en un obstáculo más para salir del bache en que llevamos bastante rato ya.
Esos factores golpearán aún más a un pueblo que, de por sí, ya ha tenido que migrar hacia diversos países, en especial al nuestro. Y no es válido ni tampoco justo que, además del sufrimiento de cientos de familias que perdieron a muchos de sus seres queridos a manos de la dictadura Ortega-Murillo, ahora tengan que soportar los embates de estos bloqueos económicos.
No es válido ni justo que sean los menos favorecidos quienes deban pagar los platos rotos de un régimen soez e insolente, que se niega a ceder el poder y a reconocer el asesinato masivo de ciudadanos, los cuales únicamente ejercían su derecho a manifestarse.
No es válido ni justo que más familias sean separadas debido a que en un país tan bello, de gente cálida y trabajadora, no sea posible desarrollarse, y miles de familias tengan que huir de sus hogares literalmente con una mano adelante y otra atrás.
Si bien no dudamos en esos mecanismos como un instrumento de presión internacional, para nadie es un secreto que al fin de cuentas a quienes más golpea es a los ciudadanos de a pie y muy poco a los políticos, tal como se puede observar en Venezuela.
Basta ya de atormentar a un pueblo que nunca ha conocido la democracia real y plena, como sí la hemos vivido los costarricenses.
Como bien lo señalaron nuestros representantes desde San José, “Costa Rica respalda la preocupación manifestada por la comunidad internacional ante la erosión sistemática de los derechos humanos y las libertades fundamentales, que ocurre a diario en Nicaragua”.
Para concluir nos apegamos también al manifiesto que hizo Costa Rica de “reiterar su convicción hacia el diálogo comprometido y efectivo como el camino para generar el fortalecimiento de la democracia, la protección de los derechos humanos y respeto al estado de derecho, ante la crisis que atraviesa Nicaragua”.
Bien lo dijo el reconocido exmilitar sandinista Roberto Samcam Ruiz, “la única ruta será el diálogo real, que traerá consigo la salida de un régimen que deberá rendir cuentas por todo el daño que ha hecho, no en estos meses, sino en estos años. Solo en ese momento, la historia será válida y justa para todo un pueblo, al que la comunidad internacional en lugar de fragmentar, cuidará con recelo”.