En estos días, nos hemos dado cuenta de lo que hemos construido a lo largo de la vida, tanto en el plano material como en el ámbito emocional, vivencial, psicológico o sexual. No cabe duda que tanto tiempo en casa no nos permite “ver para otro lado” y todos en menor o mayor medida nos hemos dado cuenta de la realidad hogareña.
Desde el punto de vista económico, a todos nos quedó claro la importancia del ahorro. Que probablemente gastamos en lo innecesario, y muchas veces con préstamos voraces. Es claro que, como pueblo, tenemos que aprender a vivir de lo que ganamos y no de lo que nos endeudamos.
En el área vivencial están aquellos que hace mucho decidieron ahorrarse problemas y optaron por vivir solos, y hoy la soledad les ha pasado factura, pero a la vez les ha enseñado el valor de aquella máxima “no es bueno que el hombre esté solo”.
Otros, que siempre se quejaron de colegios y escuelas por tantas quejas sobre sus hijos, ya se dieron cuenta el tipo de infante que tienen. Unos, fascinados con sus iniciativas, sus aportes, sus risotadas y chiquilladas, y otros hartos de sus malcriadeces y desplantes.
El mismo escenario sucede en el vínculo de pareja, es claro que la cuarentena fue un aliciente para el amor, aquellas parejas que se quieren, que se entienden, que se llevan bien, tomaron estos días como una pausa en el trajín cotidiano y tomaron el tiempo de más para recrear la relación.
Por el contrario, aquellos que se habían habituado al conflicto, al roce, a la hostilidad, se dieron cuenta que no es posible vivir así. Las parejas reflexivas optaron por hacer las paces y reconstruir el vínculo y otras le pusieron punto final a la relación. El confinamiento acortó la agonía de años de un solo zarpazo.
En la intimidad, las cosas han seguido ese mismo rumbo. Están aquellos que tuvieron en estos días su segunda, tercera, y cuarta luna de miel, cada confinamiento, cada cuarentena, cada restricción llevó agua a los molinos del amor.
Desde luego, la cercanía acrecienta las diferencias, aumenta los problemas, sobre todo aquellos que se han incubado por mucho tiempo. Y eso ha pasado, en muchas parejas, que por años han disimulado, han puesto excusas para evitar los encuentros sexuales, y con la cercanía de la cuarentena no alcanzaron las evasiones, y quedó expuesto el problema sexual.
Otra vez la misma bifurcación, unos se enfrascaron en reproches y han visto cómo la relación ha venido a menos, y tanto conflicto ha puesto en peligro el vínculo y otros tomaron la decisión de resolver el problema, se motivaron tanto a consultar como a revitalizar la vida sexual.
No cabe duda, la vida no volverá a ser la misma, aun cuando la vacuna “todo lo resuelva”, la experiencia de “quedarse en casa” ha sido aleccionadora. Nos ha dejado muchas enseñanzas, entre la que destacan la importancia de contar con un hogar armónico y funcional.
Todos nos hemos dado cuenta de la importancia de la salud, nos hemos dado cuenta que de nada valen el dinero, los lujos, los caprichos, sino tenemos salud y que esa salud es un asunto personal, que se define por el ejercicio que hacemos, el cuidado con lo que comemos, el cumplimiento de los tratamientos y el mantenimiento del peso.
Ojalá que todas estas enseñanzas sean parte de esa nueva normalidad que pronto tendremos.