La destitución del técnico Luis Fernando Fallas del equipo Limón FC sigue dando de qué hablar. Ya conocimos su versión de los hechos y la de la institución, pero hay una más. Esta es del propio Fallas, pero desde el lado humano y lo que vivió al tener que quedarse sin trabajo por hacer valer sus principios. Por medio de redes sociales se abrió a contar esos momentos críticos. Para empezar, destaca que “no es fácil negociar tus principios y valores por dinero o trabajo”. Indica que pesaron más “esos valores y principios que aprendí de las dos personas más humildes y sencillas, mi papá Rigo y mi mamá Nana”.
Según manifiesta son dos cosas las que le duelen, no ser más el entrenador de Limón FC y quedarse sin trabajo.
“NO FUE FÁCIL”
“Sé que la gente ha valorado mucho mi determinación, pero quiero que sepan que no fue fácil, lo pensé, consulté gente de mi confianza, muchos me aconsejaron que dejara pasar por alto el incidente, otros que tenía que mantenerme firme en lo que mi mente y corazón sentían. En fin, fueron muchas voces al mismo tiempo que me hablaban. Ni mi esposa ni hijas opinaron al respecto, pero cómo iba yo a hacer lo contrario si ellas fueron testigo de todo lo que sucedió a dos metros arriba de nuestro apartamento. Creo que conociéndome no esperaban otra cosa de mí; sabían que no iría en contra de la disciplina y sobre todo de mis principios y valores.
Quiero expresar que no es fácil perder un trabajo que amo con todo mi corazón y en especial a un equipo que es parte de mi vida, pensé en mi familia y qué iba hacer si me despedían, pero me regocijé en mi fe y sé que Dios pronto proveerá”.
REGRESÓ EN TAXI
Además, el estratega habla del momento cumbre de ese día, cuando “se me indica de parte de gerencia deportiva y general que, si quería dirigir el partido, tenía que alinear a Esteban y si no lo hacía, no podía dirigir el juego. Ese es el momento donde les indico que decidieran ellos y ahí fue cuando me indicaron que si quería despedirme de los jugadores, lo podía hacer. Lloré mucho cuando me estaba despidiendo de los muchachos en ese camerino, lloré de orgullo porque pude mirarlos a los ojos y quizá dejarles la mejor enseñanza más allá de lo técnico-táctico, principios, valores y disciplina que siempre les inculqué”.
Dentro de ese trago amargo que experimentaba agradece al gerente Reynaldo Parks que no lo dejó botado. “Le pregunté si tenía que esperar en el bus hasta que terminara el juego y su respuesta vino de corazón: ‘No usted no se queda botado aquí’ y muy amablemente buscó un taxi para que me llevara de regreso a mi casa en Limón”.