Barrio Quinto, Limón. Aunque suene irónico, el quinceañero Aldaus Brown Monge amaba y dedicaba la mayor parte del tiempo jugando bola, pues era la única manera de alejar la pesadilla de la ausencia de su padre, quien murió de cáncer; sin embargo ignoraba que estas mejengas traerían como consecuencia su propio homicidio, el cual venía envuelto de envidia por parte de algunos conocidos, según presumen sus familiares.
DIARIO EXTRA informó en la edición de ayer sobre el crimen del adolescente, el cual fue atacado de un balazo en la ingle en barrio Quinto, Limón, cerca de su vivienda. La víctima falleció en el Hospital Tony Facio, Limón.
El periódico de más venta en Costa Rica visitó la casa de Jéssica Monge, madre del occiso, momento en el que acomodaba parte de los mayores tesoros que guardaba su ser querido: una biblia y un rosario.
Bajo un intenso aguacero que golpeaba la mañana de ayer el Caribe, la madre a pesar de su dolor abrió las puertas de su vivienda ubicada en la Alameda 5 del barrio Quinto, caracterizado por las autoridades como uno de los conflictivos y de mayores riesgos de la provincia.
Y es que fue en este mismo barrio, a plena luz del día, que le dieron muerte al hijo mayor de Monge.
Lo que más le duele saber a doña Jéssica es que no pudo ayudar a su hijo cuando lo atacaron, pues según le contaron gritaba llamando a su mamá en su lecho de muerte.
“Dicen que mientras estaba tirado en la calle, mal herido, me llamó. ¿A quién más iba a llamar si sabía que contaba conmigo para siempre?”, concluyó la mujer.
Sentada en una mecedora, con una cobija color rosada y un vaso de café a su lado, la madre expresó las virtudes que emergieron durante 15 años. Aclaró que su hijo solo contaba con el sétimo grado, dejó los estudios de secundaria por dos años debido a la falta de concentración ante la ausencia de su padre.
“Era un hijo excelente, hablaba el inglés a la perfección, al dedillo y aunque actualmente no tenía un trabajo estable, luchaba por tener sus cosas de forma honrada. Cada vez que llegaban cruceros a esta zona, él se acercaba sin timidez ni temor a equivocarse para hablar con los estadounidenses. En ocasiones hasta le pagaban para que trabajara de traductor”, expresaba la mujer, mientras contenía las lágrimas.
Aferrada, a no quererlo sepultar, debido a que afirma que no era la manera en la que debía morir afirmaba que Aldaus lo acabaron por envidia.
“Este es un daño para toda la familia, hasta aquí llegaron las ilusiones que tenía como adolescente y la fe que depositábamos para que sobresaliera. Era un chico bueno, sin problemas, no andaba metido en nada raro; respetaba su hogar y lo más seguro es que deseaba ser un futbolista o hasta un guía turístico porque tenía potencial”, aseveraba la mujer, y simultáneamente movía la cabeza de un lado a otro, como diciendo “no, no es justo”.
Monge afirmó no tener ni la mínima idea de quién lo atacó; agregó que en una ocasión Aldaus le expresó sobre una amenaza de muerte. “Solo dijo que un muchacho se había molestado por una falta en una mejenga y que lo había sentenciado, que no se iba a dejar, pero pensé que solo se trataba de peleas entre jovencitos, no imaginé que llegara a esta magnitud”.
Aparentemente lugareños le indicaron ver a un joven oculto entre las alamedas, esperando la oportunidad para atacarlo a quemarropa; no obstante los vecinos argumentan no poder reconocerlo.
Lo más lamentable es que por temor a represalias es que algunos vecinos no se atreven a brindar más datos del posible responsable.
Agentes del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) descartaron totalmente el vínculo de este hecho de muerte con el asesinato de Guillermo Ching, asesinado de 8 tiros en Limoncito (ver nota aparte) la noche del jueves.
El responsable de la muerte de Brown permanece en fuga, judiciales continúan con las indagaciones para capturarlo y hacerlo responder por sus actos.