En la antigüedad, era muy común que las mujeres tuvieran a sus hijos casi que solas mientras su esposo o pareja andaba celebrando el nacimiento de su retoño. Con el paso del tiempo, la visión ha ido variando en muchos hogares.
A los hombres se les ha despertado el instinto paternal y en algunas familias ellos ahora son más colaborativos con las actividades que tienen relación con los hijos.
Precisamente por eso se dio la lucha para que los varones tuvieran una licencia de paternidad que si bien no es tan extensa como la de las mujeres por lo menos en algo ayuda.
Se pretende que tengan dos días a la semana durante el primer mes para que puedan ser parte de los primeros momentos de sus retoños, sin embargo y si bien esta iniciativa resulta muy loable se va poder cumplir con el objetivo que tiene siempre y cuando los padres colaboren con la madre.
Porque, así como muchos se van a comprometer y aprenderán a cambiar pañales, bañar al bebe y hasta a cocinar, barrer y limpiar, lastimosamente también existirán algunos que usen este tiempo para otras cosas.
Otros varones más bien se tomarán estos días como si fueran vacaciones, tirados en un sillón viendo tele o jugando videojuegos, algunos, de hecho, en lugar de ser un alivio para sus parejas se convertirán en una carga precisamente cuando más ocupa la mujer contar con respaldo.
El único punto negativo que vemos en la elaboración de este proyecto es que no sabemos si pensaron cómo van a hacer con el dinero que tendrá que poner la Caja Costarricense de Seguro Social, que deberá hacerse cargo de una parte de la licencia de paternidad en conjunto con el patrono.
Este tipo de iniciativas se tornan vitales porque, como diría Jean Jacques Rousseau, “Un buen padre vale por cien maestros”, cuánta razón encierra esta frase del filósofo suizo de mediados del siglo XVIII: todo lo que los hijos aprenden de su progenitor será la base de su desarrollo en la vida.
Las sociedades modernas, en un intento por validar las conductas de los adultos, han originado mil y una justificaciones a la vida sin la figura paterna. Y si bien hay quienes nunca conocieron a sus padres o por alguna razón no pudieron pasar tiempo con ellos, lo cierto es que siempre hacen falta. También hay que mencionar que existen progenitores que pese a estar en el hogar es poco lo que se relacionan con sus hijos e hijas.
La ausencia paterna, sea de manera permanente o temporal, genera en algunas etapas de la vida de las personas en crecimiento sentimientos de duda, incertidumbre, abandono, desamor o sencillamente curiosidad. Con el paso del tiempo, los expertos se han abocado al estudio con mayor detalle de los efectos de la relación paternal sobre la personalidad, sus resultados determinan que incide no solo en aspectos emocionales personales, sino también en los profesionales, familiares, económicos y sociales.
Los padres son esenciales, ninguno está sobrando. Entonces hay que darles la participación que merecen. Estamos acostumbrados los adultos a tomar decisiones por los hijos y de ahí que algunas madres piensan que el padre no le hará falta a sus retoños.
En Costa Rica debemos trabajar en fortalecer las relaciones parentales, desde los centros educativos, los centros de salud y las instancias religiosas, pero también a través de las políticas públicas que promuevan el cuido y la enseñanza. Esperemos que esta ley logre cumplir con el objetivo que tiene, que las mujeres sientan ese acompañamiento de sus parejas y que tanto el menor como el padre puedan generar un vínculo inquebrantable desde sus primeros días de vida.