Dos de los tres años de castigo por dopaje que le impusieron al atleta paralímpico Laurens Molina ya han transcurrido, cada día que pasa este hombre lo tacha de su calendario con el deseo de que llegue la hora de tener una revancha consigo mismo y demostrarle al mundo que pudo superar el error más grande que cometió en su carrera deportiva.
Molina tiene 41 años y a pesar de estar castigado, nunca ha dejado de entrenar en su triciclo con el afán de volver más fuerte que nunca, ni siquiera en estos momentos de crisis donde ha tenido que cambiar de trabajo pues transportar a la gente en Uber dejó de ser su negocio y ahora se dedica a vender frutas y verduras a domicilio, para alivianar la crisis del coronavirus.
“Quiero volver para limpiar mi cara ante el país, ante mi familia y ante mí mismo, ya pasé la parte más difícil del castigo. Estoy invirtiendo tiempo en ponerme en forma para competir”, dijo Molina.
Todavía recuerda sus mejores momentos cuando obtuvo una brillante participación en Minnesota o aquel quinto puesto en la maratón de Nueva York con su triciclo en 2016, donde registró un crono de 1:43 h, el mejor de su carrera deportiva.
“Mi sueño es ganar la maratón de Nueva York, así como lo dije con la de Los Ángeles en 1999 y se me dio”, añadió.
Molina admitió que cometió un error en su vida al haberse dopado en 2017 con una sustancia llamada CERA, pero solo quiere la oportunidad de reivindicarse ante él mismo y todas las personas en abril de 2021 cuando esté habilitado para volver a competir, aunque busca la posibilidad de conseguirlo en febrero.
“Por supuesto (es una revancha), yo no estaba acostumbrado a hacer eso, fue un error y voy a dar los buenos tiempos que estaba haciendo anteriormente así como lograr algunas cosas que no pude antes”, mencionó.
PULSEADOR
Durante toda su vida se ha considerado un pulseador, no solo en lo deportivo sino también en lo laboral pues de joven fue vendedor de pan y en los últimos años estaba dándole fuerte al Uber, pero este negocio se cayó con la cuarentena; por eso empezó a moverse y se apuntó a vender alimentos a domicilio.
Empezó con cebollas traídas desde Aserrí, pero en los últimos días es más la gente con la que se pone en contacto y en estos momentos ya tiene elotes, tomates, papa, fresas, fruta empacada al vacío y hasta aguacates para todos aquellos que quieren comprar comida sin tener que salir de su casa.
“Mi satisfacción es poder llevar alimentos a las personas a sus casas y poder recibir una retribución económica de eso. Vendo barato porque mi idea es ayudarme yo y a la vez ayudar a los demás en este momento”, señaló.
POR TODO CHEPE
Este negocio le está saliendo bastante bien al atleta que agradece a todos que confían en él. Hasta de Alajuela y Cartago lo llaman, pero él trata de mantenerse cerca de San José donde pueda sacar más provecho con las entregas de productos, salvo que lo llamen varios clientes de un lugar, ahí sí lo piensa y se va.
“Me ha tocado hacer rutas, mi esposa (Marleny Montero) se encarga de hacerla, he estado por Pasoca, Desamparados, Hatillo, Tibás, ya he tenido que ir dos o tres veces donde algunas personas en sus casas y espero que estas semanas que faltan la gente tenga la posibilidad de comprar”, explicó.
Si el negocio se mantiene, Molina valora seguir dedicándose a esto, aun después de la crisis y a la vez continuar con su renacer deportivo.