Tras la partida de Jairo, la organización con la que trabajaba decidió cerrar el proyecto. Ya no harán más patrullajes ni investigación en Moín. Ahora la playa y las tortugas están a merced no solo del narco y los hueveros, sino de cualquier otro proyecto que dictamine que las tortugas Baulas y el ambiente no son prioridad y carecen de importancia. O mejor aún, que sean invisibles.
El asesinato del joven Jairo Mora deja al descubierto una parte de la realidad en Moín. Los medios ya habían publicado hechos anteriores, pero pasaron la página rápidamente sin más investigaciones ni seguimiento. Hoy, ante la tragedia, vuelcan su atención (y la del público) sobre el ligamen del narco con el saqueo de tortugas, aunado a la inoperancia de las autoridades. Sin embargo, la realidad tiene otros trasfondos que quizás nunca veremos publicados en los grandes medios porque, igual que en casos anteriores, preferirán pasar rápido esta página triste. Y es que detrás de este suceso que lamentamos posiblemente se estén moviendo otros proyectos y personas ligadas al poder político y económico, y lo que menos les interesa es que se escarben las raíces y salgan a la luz.
El sitio donde ocurrió el homicidio, Nueve Millas de Moín, está a la vuelta de los planteles de contenedores que se ven desde la ruta 32, justo antes de llegar a Limón. Además, es escenario de hermosas playas caribeñas, los canales de Tortuguero y el humedal nacional Cariari, y cuenta con servicios turísticos que incluyen restaurantes, hospedajes y tours guiados por los canales. Aunque toda esta franja costera por definición debiera clasificarse como zona marítimo terrestre y patrimonio natural del Estado, el estatus legal de estas tierras está rodeado de incertidumbre. Al preguntar quiénes son los dueños de los terrenos, las respuestas oscilan entre la Municipalidad de Limón, el ICT, Japdeva y particulares.
A escasos kilómetros de esta ‘tierra de nadie’, es donde se pretende construir la nueva terminal portuaria de contenedores de Moín (TCM), que el gobierno adjudicó a la empresa holandesa APM Terminals, proyecto que nació apadrinado por Carlos Espinach, uno de los integrantes de la comisión gubernamental de infraestructura gestora de la malhadada trocha fronteriza. También en esta zona de Moín tiene su asiento la cuestionada refinería china. Ante tan colosales proyectos, no es de extrañar que las tortugas Baulas del Caribe de pronto se hayan convertido un incómodo obstáculo para el “desarrollo” y los “desarrolladores” no estén dispuestos a repetir las lecciones aprendidas en Crucitas o Guanacaste.
¿A quién creerle? El joven Jairo Mora se dedicaba a proteger tortugas en Moín. Según nota publicada en La Nación (01/06/2013), el 5 de mayo en un recorrido que terminó a las 3 de la mañana, Jairo estaba contento porque había logrado rescatar 172 huevos de tortuga.
Esto contrasta con un informe presentado al expediente administrativo 130-2006 SETENA (Proyecto Marina Moín), donde la empresa Ecotec Consultoría Ecológica y Técnica de Costa Rica S.A. (cédula jurídica 3-101-063735) manifiesta: “En cuanto a la fauna asociada, especialmente la de origen marino, de acuerdo con una entrevista sostenida con el Ing. Edwin Cyrus, Director del Área de Conservación La Amistad Caribe, esta zona (de Moín) no alberga sitios de importancia para anidación de tortugas marinas.”
En el mismo expediente el biólogo Jorge Arturo Campos Montero (Colegio Biólogos Nº 315), en carta dirigida a la Setena, afirma: “Nuestra conclusión acerca de la importancia de esta área se refuerza con la conversación sostenida con el Ing. Edwin Cyrus, quien nos confirmó que esa área no estaba considerada dentro de las prioridades de conservación…” ¿A quién creerle? ¿A Jairo que dio la vida protegiendo las tortugas o a personas como Edwin Cyrus que aparentemente trabajan al servicio de otros intereses?
Invisibilizar tortugas. Tras la partida de Jairo, la organización con la que trabajaba decidió cerrar el proyecto. Ya no harán más patrullajes ni investigación en Moín. Ahora la playa y las tortugas están a merced no solo del narco y los hueveros, sino de cualquier otro proyecto que dictamine que las tortugas Baulas y el ambiente no son prioridad y carecen de importancia. O mejor aún, que sean invisibles.
Todo esto me recuerda a Sonia Bermúdez y Pepe Menéndez, una pareja amiga que sufrió un atentado hace exactamente un año y hasta el día de hoy el crimen sigue impune. Les quemaron el auto, aparentemente por denuncias que venían realizando. Entre otras cosas, habían dicho públicamente que “en el río Banano (donde ellos tienen una finca) se encuentra un tipo de piedra que es considerada como uno de los mejores materiales de construcción, por lo que se teme que la empresa holandesa APM Terminals esté interesada en ese recurso para la eventual construcción del muelle nuevo en Moín” (Ambientalistas limonenses temen por su vida, Semanario Universidad, 20/06/2012).
Termino esta nota elevando una oración por Jairo, por Pepe y Sonia, y por todas las personas que como ellos, día a día, en forma anónima y desinteresada, trabajan y nos motivan para hacer de este mundo un lugar mejor para todos.
*Bachiller Forestal. quijongo@gmail.com