Opinión
Costa Rica y Estados Unidos han mantenido una relación marcada por el respeto mutuo, con lazos comerciales y de cooperación que se han fortalecido a lo largo de más de 170 años. Las elecciones presidenciales y legislativas en Estados Unidos, dada su relevancia como potencia occidental, atraen especial atención en muchos países, incluyendo a Costa Rica.
Estados Unidos es nuestro principal socio comercial. El Tratado de Libre Comercio entre República Dominicana, Centroamérica y Estados Unidos (CAFTA-DR), que entró en vigencia en el 2009, ha impulsado el comercio entre ambos países y la inversión en sectores estratégicos.
Según datos de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer), el 42% de nuestras exportaciones tiene como destino principal a ese país. El 71% de la inversión extranjera directa proviene de ahí también, especialmente en sectores como la manufactura avanzada, servicios y tecnología y dispositivos médicos. La misma relevancia puede observarse en el sector turístico, ya que una gran proporción de los turistas internacionales son estadounidenses.
La seguridad es otro pilar clave en esta alianza. La ausencia de un ejército en Costa Rica lo ha convertido en un aliado fundamental en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado. Esta colaboración incluye la capacitación de las fuerzas de seguridad, el fortalecimiento de la ciberseguridad, la donación de escáneres, los programas de desarrollo comunitario, el suministro de equipo y el patrullaje conjunto en los mares, entre otros, fortaleciendo así la seguridad en la región y apartada de influencias partidistas.
Costa Rica se destaca a nivel mundial por su liderazgo en la protección ambiental y la sostenibilidad, y ha colaborado con Estados Unidos en temas de conservación de biodiversidad y desarrollo de energías renovables, compartiendo así el compromiso por un futuro más sostenible.
En el 2022 se aprobó la ley Chips y Ciencia, impulsada por el presidente Biden, que busca reducir la dependencia de ese país de las importaciones de semiconductores provenientes de Asia. Impulsa la creación de incentivos, el fomento a la investigación y desarrollo y la diversificación de la cadena de suministro de semiconductores, para mantener la fabricación dentro de Estados Unidos y en países socios que sean confiables, con el fin de garantizar un abastecimiento más estable. Dicha ley asignó miles de millones de dólares en nuevos fondos para desarrollar la industria en Estados Unidos, entre los cuales está el Fondo Internacional de Innovación y Seguridad Tecnológica (ITSI), que brinda al Departmento de Estado $500 millones para distribuirlos entre los aliados y socios estratégicos a lo largo de cinco años a partir del 2023. Costa Rica es uno de esos socios.
En marzo de este año, el presidente de la República, Rodrigo Chaves, y el ministro de Comercio Exterior firmaron un decreto ejecutivo que declara la industria de semiconductores y actividades conexas de interés público.
El Ministerio de Comercio Exterior lanzó la Hoja de Ruta para el Fortalecimiento del Ecosistema de Semiconductores en Costa Rica, que se fundamenta en cuatro pilares: 1) la capacitación de profesionales especializados en esta industria, 2) la creación de incentivos que promuevan la investigación y desarrollo para atraer más inversión, 3) la promoción de Costa Rica como un destino atractivo para invertir en dicha industria y 4) el impulso de medidas de mejora regulatoria para facilitar los trámites y por lo tanto la inversión.
Esta hoja de ruta es prioridad y debemos acelerar el paso, ya que nos permitirá mejorar nuestra competitividad, aumentar la inversión extranjera y crecer para generar más y mejores empleos en este sector.
Costa Rica es un país amigo de Estados Unidos. La experiencia ha demostrado que, independientemente del partido político que ocupe temporalmente la Casa Blanca y el poder ejecutivo de esa gran república federal y democrática, nuestras relaciones bilaterales son relaciones entre dos estados aliados.
Desde esta perspectiva, aunque los cambios políticos puedan generar ajustes en políticas específicas, es improbable que afecten significativamente el equilibrio general en las relaciones entre ambos países.
El reciente triunfo de Donald Trump como presidente electo no debería implicar cambios perjudiciales para los intereses de ninguno. Ambos países comparten una historia de colaboración y apoyo mutuo, basada en valores democráticos y respeto por los derechos humanos.
*Exministra y exdiputada de la República