El título de esta película podría ser: “dime a quién le exoneras los impuestos y te diré quién eres”. O quiénes son tus amigos.
Es el mundo al revés: las pymes y mipymes (las pequeñitas o medianas empresas que generan el 70% del PIB y de las cuales viven casi 4 millones de personas en Costa Rica) siempre han pagado y seguirán pagando la totalidad de sus impuestos en Costa Rica. Allí entran las pulperías, los pequeños talleres, los pequeños negocios de los cuales viven el 80% de los costarricenses. Los que cuentan el último cinco para pagar todos los salarios, la Caja y poder llegar a fin de mes.
Sin embargo (de acuerdo con un Proyecto de Ley presentado a la AL recientemente), se exonera totalmente a todos los sindicatos, a todas las iglesias (no solo católica, sino las otras filiaciones religiosas), así como a las cooperativas. Las cooperativas nunca han pagado. De acuerdo con el nuevo proyecto, todas las iglesias de distintas denominaciones religiosas quedarán exentas de pagar tributos por las ganancias que recauden, o por las rentas que reciban de alquiler de locales, edificios, negocios etc. Igual los sindicatos, quedarán totalmente exonerados.
¿Es esto justo? Desde luego que no. Creo que es altamente injusto y un grave error político. Y, además, crea un ambiente de malestar para hacer una reforma tributaria y de control de gasto que, por otro lado, es ciertamente urgente.
A poco más de una semana de que el Gobierno anunciara “una crisis de liquidez”, el Ejecutivo presentó hace pocas horas ante los diputados un proyecto de ley denominado \”Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas\” La propuesta incluye cambios en el Impuesto sobre la Renta, crea el Impuesto sobre el Valor Agregado (IVA), un capítulo sobre “Responsabilidad fiscal”, así como otro sobre los salarios públicos.
Sin embargo, veo un claro sesgo ideológico en la repartición de cargas tributarias y exoneraciones. Por ejemplo, en el IVA, la propuesta grava una serie de bienes y servicios que hasta ahora no han pagado impuestos, como los servicios privados de salud, la educación privada y hasta la televisión vía internet (como Netflix). Me parece justo que todos estos negocios paguen sus tributos.
Sin embargo, lo que me parece una barbaridad (y de un sesgo ideológico preocupante) es que paralelamente se exonere a las iglesias de diferentes denominaciones religiosas, los sindicatos, las cooperativas. Esas grandes iglesias evangélicas, cristianas, luteranas, etc., o de otras filiaciones (a 100 metros de mi oficina hay una que tiene un edificio gigante y que maneja varios millones de dólares al año, según me lo confesó uno de sus seguidores) y que son un negocio puro y redondo -a partir del diezmo de sus feligreses- quedan totalmente exoneradas. ¡Con razón tienen plata de sobra para hacer partidos políticos y mezclar las sotanas con las curules! A los todopoderosos sindicatos también se les deja intactos.
Igualmente, se exonera a gremios que tienen mucho galillo (para tragar más pinol…). A la Corporación Hortícola Nacional, la Corporación Bananera Nacional, la Corporación Arrocera Nacional, la Corporación Ganadera Nacional, el Instituto del Café de Costa Rica y la Liga Agrícola Industrial de la Caña de Azúcar. ¡Todos grandotes, ligados a la política y a las esferas del poder!
Pero al pequeñito, al pequeño empresario de la mipymes o a pymes que generan el 70% de la riqueza del país y le da de comer a casi el 80% de los ticos, a ese sí ¡démosle duro por la cabeza! ¡Que ese pague todos los impuestos y mantenga al resto, a los políticos, a las burocracias, a las iglesias y a todos los demás!
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