Recientemente hice turismo rural, y me enteré que el modernismo digital denomina al distrito Mogote como la \”Hacienda Guayabos\”, en el cantón de Bagaces.
Para un limpio como yo, luego de un aventurado incursionar por la política cantonal, craso error para alguien que se encontró un pueblo foráneo al que dejó, cuando salió a profesionalizarse allende de una provincia como Guanacaste, sin fuentes de crecimiento. La política es punto y aparte, hoy arrastro sin pena ni gloria un “jaquimón”, como parte de la novatada sentimentalista democrática, que será harina de otro costal.
Decía que, gracias a la benevolencia de amistades, me celebraron mis 66 años, el número de la bestia para los creyenceros, pude hacer turismo rural en Mogote, tras aceptarse mi recomendación; opté por ir a mi cantón. Es cuestión de disfrutar la naturaleza, el paisaje de los volcanes y la belleza de los parques eólicos, entre su panorámica verde, que ofrece el distrito de Mogote.
Agradable clima en una zona de variedad empresarial de aguas termales, atendido uno de esos negocios por una ex reina de belleza, que ha hecho de un emprendimiento familiar hotelero, en las colinas o faldas del volcán Miravalles, ardido el coloso en sus extrañas por un incendio en sus venas, un lugar agradable para el disfrute familiar, principalmente para los que ya peinamos canas.
Su anfitriona es un ejemplo a seguir y de entrega a su trabajo empresarial, desde las primeras horas del día hasta tarde de la noche, para todas esas modelos o “divas” que pululan como abejones de mayo, con su retoques y toques por todos lados, buscando “sugar daddy”, diría mi amigo Alvarito, o ver en cuanta pasarela caminan a pasos cruzados en pos de una corona.
Mogote, y su vecino Fortuna, ofrecen, entre sus posibilidades, una amplia oferta hotelera, gastronómica, aguas termales, a todo ese visitante extranjero o local, amante del turismo rural aventurero.
Paso a paso, creo a la distancia, que la economía de los distritos bagaceños, con potencial turístico van en recuperación, después de la ameba mortal y el covid-19, que dejaron hasta el día de hoy a estos pequeños y medianos empresarios en ascuas, ante la indiferencia estatal y municipal, al seguir deseosos de ofrecer trabajo y de reactivar la economía rural del cantón de Bagaces, donde todavía las autoridades locales, más allá de buscar cómo se fomenta el turismo hacia el cantón, se conforman con inaugurar letras que solo sirven para “selfis”, una iniciativa que no está mal pero hay un más allá de desarrollo socioeconómico poblacional. Ediles, la gente ocupa facturar para comer.
Y duele aún más cuando se anuncian impuestos para las pymes, que en lugar de maltratarse y de recibir golpes a su bolsillo, ocupan más bien reactivarse.