Jorge Herrera Bernal, piloto colombiano que trabajó para el narcotráfico, reveló a DIARIO EXTRA detalles sobre las operaciones que hacen.
¿Cómo se inicia en la aviación y qué lo lleva al narcotráfico?
-Soy piloto graduado de avión comercial, pero también de avioneta. Empecé en ese mundo por la familia Botero Sánchez, de Bucaramanga. Tenían conexiones con los señores Cifuentes Villa, de Medellín, socios del Chapo Guzmán.
¿Cuántos años trabajó para el narco?
-Trabajé en el año 1991 como copiloto, pero no me gustó y recaí en el año 2000 hasta el 2009, cuando hice un arreglo con el gobierno estadounidense, con la DEA y empecé a trabajar con ellos haciendo lo mismo.
¿Qué papel desempeñaba en la organización narco?
-Siempre fui piloto. Hacía los viajes, me daban las pistas; en otras los aviones se devolvían con dinero o los dejábamos botados.
¿A cuáles países transportaba droga?
-Hacía viajes de Colombia a Guatemala, a México. La mayoría de vuelos se hacían con aviones King Air, con copiloto y mecánico a bordo. Volamos desde Venezuela hasta África, a Sierra Leona, con cargamentos de carteles de México con un señor al que le decían “El Arquitecto”.
¿Qué tipos de rutas hacían?
-Hicimos muchas de Venezuela a la isla Guaná, en Honduras. Hicimos muchos vuelos al sur de México en una carretera estatal que conduce a Cancún, otro en caminos por donde pasan camiones.
¿Qué hacen cuando aterrizan con droga?
-Buscamos una carretera que tenga 1.500 metros de largo, se limpiaba a los lados. Son aviones que quedan listos para volar hasta 14 horas seguidas. Llevamos a África 1.000 kilos y al sur de México, vuelos que duran hasta siete horas, cargamos 2.500 kilos de cocaína.
¿Es un mito que viajan a ras del suelo para no ser detectados?
-Así es. Hoy en día la vigilancia no viene de un radar normal, sino que viene de los satélites. Entre más alto viajes, más rápido lo haces. A África nos íbamos a 30.000 pies, a Guatemala y México a 20.000 pies.
¿Cuánto tiempo pasa en tierra?
-En África se entraba a aeropuertos autorizados, en México a pistas clandestinas y en otros sectores se deja el avión. La carga se saca en lo que sea.
¿Conoce a la gente que llega a recoger la droga?
-No, a uno le dan las coordenadas de la pista, algunas veces lo recibe el mismo jefe. No me bajo del avión, descargo y me voy.
¿Cuánto y cómo es el pago por llevar droga?
-A África eran $300.000, a México y Guatemala eran $250.000 para el piloto y $60.000 para el mecánico. Le dan un adelanto, que es la mitad, y cuando regresa la otra mitad.
¿Qué pasa si cuando toca tierra lo detienen?
-Nunca tuve ese problema, pero hay compañeros que cayeron presos. Les mandan abogados, los dejan botados o los hacen pagar, y si es un error de pista pagan los que reciben.
¿Tuvo miedo de morir o ser detenido?
-Di lo mejor de mí, no pienso en eso, no tenía miedo. No llevaba armas, es un avión que va inflado (presurizado) para que la gente que va adentro pueda respirar, no se puede abrir una ventana.
¿Tenían un grupo de pilotos narco?
-Eran en su mayoría colombianos. Cuando viajábamos a México el piloto era de ese país porque conocía las rutas, lo mismo con guatemaltecos que conocen las zonas.
¿Se llevó algún susto o accidente?
-Sí, claro. Una vez llegamos a un sitio donde había pista y la realidad era que no había, tenía piedras y el avión se partió por la mitad. No estábamos preparados.
¿Solían aterrizar de noche o madrugada?
-Cuando íbamos a islas lo hacíamos de noche, eran pistas asfaltadas, siempre antes de que oscureciera.
¿Qué le dejó el narcotráfico después de tantos años?
-Nada, solo problemas. Estoy totalmente en contra del narcotráfico, trabajé con la DEA porque quería cambiar mi vida.
EN BUSCA DE LA REINA
¿Cuál es el trato al que llegó con el Gobierno estadounidense?
-La entrega mía obedeció a que muchos de mis compañeros estaban presos en Estados Unidos y yo sabía para dónde iba. Un agente sabía mucho de mí, me había investigado por muchos años y me ofreció una oportunidad para capturar a la Reina del Sur.
¿Qué querían de ella?
-Estaba construyendo un templo grandísimo en Ciudad de Guatemala llamado Casa de Dios, del pastor Cash Luna. Me infiltré en su grupo de confianza para pasar información a cambio de que no me detuvieran.
¿Por qué dejó de trabajar para la DEA?
-Hay mucha corrupción, me tienen muy presionado y me dicen que lo que informé eran secretos de Estado. Ocupaban dinero del narcotráfico para levantar la economía, que está caída.
¿Qué le dieron a su esposa por cantarlo?
-Alrededor de $10 millones en propiedades y carros que están legalizados en Estados Unidos.