Son situaciones, condiciones o estados psicológicos en los cuales una persona es controlada o manipulada por otra que sufre de un trastorno emocional discreto. Este puede ser una adicción al alcohol, al juego, al sexo o a cualquier otra sustancia o su equivalente.
La persona codependiente puede igualmente ser víctima de un trastorno psíquico que la hace sujeta a la atención y el cuidado de otros. Los codependientes pueden ser el esposo de quien lo es, el amante, un hijo, padre, hermano, hermana, colaborador de trabajo, o amigo.
CONSIDERACIONES GENERALES
La codependencia puede ser definida como una enfermedad, cuya característica principal es la falta de identidad propia. El codependiente pierde la conexión con lo que siente, necesita y desea. Si es dulce y agradable, aunque no lo sienta, es porque busca aceptación. Cree que su valor como persona depende de la opinión de los demás. Da más importancia a los demás que a sí mismo. Se crea una falsa identidad, pues en realidad no está consciente de quién es y está tan desconectado de sus propios sentimientos que asume la responsabilidad por las acciones del resto. Se avergüenza por lo que hacen otras personas y toma las cosas de una manera personal. Invirtiendo una enorme cantidad de energía psíquica en mantener una imagen para impresionar a los otros, porque su autoestima es baja, ya que depende del valor que los demás le confieren.
La codependencia se origina en familias disfuncionales y convierte a los miembros de esas familias en personas sobre-vigilantes. Al estar el ambiente familiar tan lleno de estrés debido a la violencia, la adicción al alcohol, a las drogas, o a las enfermedades emocionales de sus miembros; la persona codependiente orienta su atención hacia su entorno para defenderse de algún peligro real o imaginario. Este estado de alerta común, es una defensa psicológica, algo paliativo que ayuda a protegerlos en momentos de peligro. Pero cuando ese estado se vuelve crónico, la persona pierde el contacto con sus reacciones internas, ya que todo el tiempo su atención se enfoca lejos de sí misma.
Cuando jóvenes, los niños necesitan seguridad y tener modelos saludables para imitar y para poder descifrar sus propias sensaciones internas. También necesitan aprender a separar los sentimientos de los pensamientos y a generar autoestima desde sí mismos. Si el niño pierde el contacto con sus sentimientos, tratará de llenar sus necesidades con estímulos externos y se convertirá en un adulto codependiente.
APLICACIONES PRÁCTICAS
Cuando una persona vive su vida a través de las de los demás y a costa de sus legítimas necesidades, esa persona va más allá de lo que constituye la madurez genuina. Esa persona se consume y se destruye, para complacer al otro, hasta el punto de la disipación psicológica.
Todo afecto que no produce paz, sino angustia o culpa, está contaminado de codependencia. Ese tipo de apego patológico, de obsesión, es sumamente destructivo. Al no producir paz interior ni crecimiento espiritual, no lleva a la felicidad.
La codependencia crea amargura, angustia, enojo y culpabilidad irracional. El fruto de una relación verdadera debe ser la paz y la alegría. Si no es así, algo no está bien.
La codependencia nace de un hambre nociva por aceptación, quizás provocada por un ambiente familiar en el cual uno no se sentía bienvenido o aceptado. El dolor en la codependencia es siempre mayor que el afecto que se recibe.
Una de las características de la persona codependiente es que no confía en la otra persona a la que trata de influir. Esto lo demuestra persiguiéndola, tratando de controlarla, diciéndole lo que tiene que hacer, celándola y procurando avasallarla con sus demandas infantiles.
La sobreprotección, signo de codependencia, a veces nace de la situación de una persona que ha perdido a su esposo, o de un hijo que ha perdido a su padre. Hay, asimismo, padres que usan a sus hijos para llenar un vacío.
Existen igualmente seres humanos que usan al cónyuge o al amante para mantener viva en el presente, una relación que en el pasado permaneciera irresuelta, aunque la otra persona haya muerto.
El codependiente no sabe quién es, lo que siente, ni cuáles son sus necesidades emocionales. El codependiente vive como un ser vacío. El amor maduro promueve el crecimiento mutuo. El fin de todo ser humano no es complacer siempre al otro, o ser lo que el otro espera, sino ser el reflejo de su individualidad propia para los demás y para sí mismo. El sentirse autónomo e independiente de todos los demás.
La codependencia aparenta ser devoción, pero es egoísmo, mutua destrucción, miedo, control, relación condicionada: “Te amo si cambias”. “Si no haces lo que digo, te recrimino, te persigo, me siento tu víctima.” En la codependencia hay una gran cantidad de manipulación. Es una relación descontrolada: “hagamos todo lo que sea para que esa persona se acomode a mí y a mis demandas de ella”.
TRATAMIENTO
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