Nueva York.- Cuando la tienda de venta y reparación de bicicletas más antigua de Estados Unidos abrió sus puertas la gripe española causaba estragos en Nueva York. Más de un siglo después ayuda a los neoyorquinos a trabajar y mantener cierta salud física y mental. El ciclismo se ha vuelto vital durante la crisis del nuevo coronavirus.
Casi todas las tiendas tuvieron que cerrar debido a las medidas de cuarentena adoptadas por la Gran Manzana para hacer frente al Covid-19, pero comercios como Bellitte Bicycles fueron considerados esenciales y se les permitió permanecer abiertos.
MÚLTIPLES USOS
Las bicicletas se han vuelto fundamentales para los neoyorquinos que van a los hospitales, los trabajadores inmigrantes que hacen repartos y residentes aislados que buscan desesperadamente escapar de sus pequeños apartamentos para hacer un poco de ejercicio en solitario.
\”Los negocios han sido buenos, pero también se trata de servir a la comunidad\”, dijo Sal Bellitte, copropietario de Bellitte Bicycles, cuyo abuelo abrió la tienda en el barrio de Jamaica, en Queens, en 1918.
Los habitantes de Nueva York tratan de evitar el metro o los autobuses debido a las reglas de distanciamiento social, disfrutan de calles y avenidas desprovistas de sus embotellamientos habituales y hacen que las tiendas de bicicletas sean uno de los raros comercios que se benefician de la crisis.
COMPENSAN CIERRE DE GIMNASIOS
Los neoyorquinos están arreglando viejas bicicletas o comprando nuevas para compensar las clases de pilates canceladas y el cierre de los gimnasios, mientras los repartidores buscan arreglar los frenos o los cambios.
\”El negocio marcha viento en popa. Me contrataron porque el dueño sabía que esto mejoraría\”, dijo Paris Correa, de 29 años, quien comenzó hace poco a trabajar en el Bike Stop en Astoria.
Bellitte Bicycles es la tienda de bicicletas más antigua en manos de una misma familia en Estados Unidos, según Bellitte, tercera generación de su familia propietaria del comercio.
Abrió el año en que la gripe española mató a 20.000 neoyorquinos, operó durante dos guerras mundiales, los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 y el huracán Sandy, que golpeó la ciudad en 2012.
\”Lo hemos visto todo. La pandemia del coronavirus como que cierra un círculo\”, dijo a la AFP Bellitte, de 56 años. Pero estima que esta es la peor crisis hasta ahora \”debido a la incertidumbre\”.
ALTA DEPENDENCIA
Para muchos trabajadores la cuarentena de Nueva York, que el gobernador Andrew Cuomo extendió hasta el 29 de abril, los ha hecho depender de una bicicleta por primera vez.
Oliver Bucknor, un jamaiquino de 50 años, perdió su empleo de chofer de camioneta cuando el brote comenzó a extenderse por la ciudad a comienzos de marzo.
Compró una vieja bicicleta al dueño de su apartamento por $250 y la llevó a Bellitte para una revisión general antes de comenzar su actual empleo como repartidor de comida.
\”Una bicicleta es un salvavidas para mucha gente. Me permite seguir ganando un salario\”, dijo a la AFP.
Otros residentes utilizan Citi Bikes, el popular programa de alquiler de bicicletas de Nueva York, que el gobierno ofrece temporalmente de manera gratuita al personal médico.
Para otros neoyorquinos el ciclismo es una manera de hacer deporte y matar el aburrimiento de semanas de confinamiento, aunque eso signifique pedalear sin amigos.