Carlos Alvarado no deja de sorprender. Esta vez, en su afán por desacreditar la cita que tiene en la Asamblea Legislativa, para hablar sobre la polémica Unidad Presidencial de Análisis de Datos (UPAD), se dejó decir que los diputados le tendieron una trampa.
Definitivamente el mandatario ya no halla qué inventar, y a veces hasta pareciera un niño malcriado y llorón, pues tiene días alegando, en complicidad con voces que le hacen eco, que su comparecencia es inconstitucional, que nunca antes en la historia se ha increpado así a un jefe de Estado y cuantas cosas más se le ocurren para darle un giro a su antojo a la delicada situación.
Él quiere que los congresistas le hagan la cortesía de entrevistarlo en Casa Presidencia, pero una moción aprobada la semana anterior por mayoría le obliga a asistir al Congreso.
Pero no comprendemos la postura de Alvarado si no tiene nada que temer y, como dice el pueblo, “por qué salta si el piso está parejo”. Su asistencia al Plenario Legislativo no es un golpe al Estado Social de Derecho ni a la democracia que distingue a este país, constituye el deber que le asiste para rendir cuentas en un asunto grave por el cual se le sigue una causa penal.
Aparte, llama la atención que quien hace unos meses se comparaba con Juanito Mora ahora se muestre tan precavido, casi asustado, al momento de rendir cuentas, cual si fueran a llevarlo ante un pelotón de fusilamiento. Al prócer de la patria sí que lo acompañó ese cruel destino y dudamos que hiciera ademanes pusilánimes o llenos de cobardía ante una situación semejante.
Nadie le está tendiendo trampas ni menos poniendo piedras para que tropiece, señor Presidente, esas son sus apreciaciones, su forma de quitarle valor al acto, de casi buscar el modo de dar lástima, pero de seguro el día de la cita tampoco hablará sin pelos en la lengua de la famosa unidad espía acogiéndose al secreto de la sumaria.
Hable o no de las razones que motivaron esa loca idea, que desnudaba los datos sensibles de los ciudadanos, sin reparo alguno y con fines políticos, lo cierto es que los costarricenses merecemos explicaciones serias y transparentes, no las evasivas que acostumbra el mandatario más “reservado” del que tenga conocimiento la historia nacional.
¡Tras que debe, cobra! Resulta absurdo que ahora piensen en el Gobierno en poner al Presidente a lamentarse todos los días por la citación, si en realidad los engañados fuimos los habitantes de este país.
Desde la Casa Presidencial se han fraguado los peores golpes contra el trabajador honesto, los impuestos de garrotazo, los recortes de salarios, el alto costo de la vida y, peor aún las falsas promesas de generación de empleos y disminución de la pobreza… Esa sí es una trampa mortal, y cómo pueden dar lástima los ciudadanos si el Gobierno no los defiende.
El Presidente de la República llora y se lamenta una y otra vez por ir a dar la cara, cuando la ley le ordena hacerlo ante el pueblo. En vez de estar insistiendo en el mismo tema, debería de pensar cómo poner a caminar a Costa Rica, estancada y gris desde que su partido asumió el poder.
Si la trampa la tendieron los de Acción Ciudadana con el hueco fiscal de más de ¢900 mil millones y los responsables, comenzando por doña Rocío Aguilar y don Helio Fallas, están felices de la vida, mientras el Estado se resquebraja.
¿El ardid? Usar fondos públicos para dar subsidios en medio de la pandemia y ganar caudal electoral, pero además dejarse los datos de miles de ticos que se inscribieron en la plataforma del Bono Proteger y la cual, de acuerdo con el contrato, aún no tienen forma de trasladarlos al Ministerio de Trabajo.
¿La piedra en el camino? Las timadas mesas de diálogo y la pérdida de tiempo que idearon los del Gobierno para negociar por debajo de la mesa una propuesta ante el FMI… no les importó lo que opinaran los sectores ni menos la ciudadanía en general. Están empeñados en más deuda en vez de recortar el gasto, los gustos y despilfarros.
¿La emboscada? El miedo que le metieron a la población con los datos de Covid-19, justo cuando el asunto de la UPAD por el cual ahora el mandatario teme dar la cara estaba color de hormiga, de modo que desde el Gobierno recetaron confinamiento y la restricción vehicular para ahogar las voces de denuncia y terminar de arruinar a los empresarios, provocar el despido de miles de trabajadores, en pocas palabras, desactivar la economía… Con hambre el pueblo se arrodilla, y le creyeron.
¿La conspiración? Hacer creer a este país que lo más importante eran el matrimonio de personas del mismo sexo y la norma del aborto terapéutico, mientras muchos ahora están manos arriba, sin plata, sin casa, sin comida y perdieron hasta el modo de andar.
La lista de engaños resulta inmensa y el daño causado es incuantificable, así que comparecer en la Asamblea no es nada comparado con las mentiras, engaños y contradicciones de su gestión, don Carlos Alvarado. Se cosecha lo que se siembra, comience a recoger, señor Presidente.