Se ha afirmado que “vivir es estar sometido a frecuentes frustraciones”. De ahí que no nos ha de sorprender que el niño sea víctima de arrebatos de agresividad y el adulto también, aunque sea más capaz de contenerse según su capacidad de tolerancia. Por lo mismo, tener presente lo dejado escrito en entregas anteriores de esta serie y promover en nosotros mismos y en los demás, especialmente en la infancia, las actitudes de tolerancia.
¿Qué es la tolerancia? El diccionario la define como “indulgencia, respeto y consideración hacia las maneras de pensar, de actuar y de sentir de los demás, aunque éstas sean diferentes a las nuestras”. ¿A qué se debe la distinta forma de reaccionar de unos y otros, con más o menos tolerancia, con más o menos agresividad y violencia? Podríamos responder que, en general, a la capacidad para afrontar como es debido la frustración.
Hay que partir de que la frustración depende de la importancia que se da al objetivo que cada quien se propone lograr, por lo que ese objetivo significa en cada caso. Uno ha conocido estudiantes para los que el aprobado es casi un fracaso; los hay para quienes sirve para “pasar”, para seguir adelante simplemente; para otros el aprobado es un verdadero éxito.
Todo es relativo; según se vea el objetivo que se tenga delante a la hora de actuar y consecuentemente reaccionar, y la capacidad para hacerlo.
Y es que, por otra parte, un mismo objeto (algo material como un santocristo) tiene un significado distinto de acuerdo con su percepción del mismo: para una religiosa, la del supremo amor de Dios a los seres humanos; para un comerciante, el valor material que se le asigne; para un coleccionista de obras de arte, una más entre todas… Y si se le pierde o se lo roban, la reacción será distinta. La tolerancia dependerá de varios imponderables, especialmente de lo que entendamos por “causa” de la frustración, según se suponga esté dentro de nosotros mismos, fuera o no se dé mayor importancia al asunto.
Piénselo: el llegar tarde a una reunión puede deberse a un accidente con que usted se topa, a que le informaron mal de la hora o que se descuidó. El modo de ver la situación será distinto y también el grado de frustración. Y también la responsabilidad y hasta la culpabilidad y consiguiente castigo. Los psicólogos hablan, en ese sentido, de personas extrapunitivas (acusan a los otros de su frustración); intrapunitivas (se acusan a sí mismos), impunitivas (no acusan a nadie ni a nada). Lo punitivo se refiere como lo relativo al castigo.
En un próximo escrito, Dios mediante, completo el tema.