Diversas investigaciones destacan que, en relaciones casuales, los hombres tienden a no utilizar el preservativo cuando están con una mujer que consideran bella y refinada, se presume que lo mismo sucede cuando una mujer tiene una relación fortuita con un hombre elegante o atractivo.
Las conclusiones de estas investigaciones ponen en relieve el verdadero problema que encierran las enfermedades de transmisión sexual, en el sentido de que es común asociar estas infecciones a ciertos estereotipos relacionados con el nivel de vida, la profesión, las características físicas, el grado académico y, a veces, hasta el nivel de espiritualidad.
Es decir, clásicamente aprendimos el legado de que las enfermedades venéreas son de gente vulgar, indecente, promiscua, obscena, con vidas desordenadas y asiduas a clubes nocturnos, por eso, al ver personas estudiadas, bien vestidas, adineradas, de buen ver o religiosas, se tiende a creer que están exentos de todo mal y que el uso del preservativo está de más.
Es decir, en materia sexual nos dejamos impresionar y asumimos riesgos importantes, al tener como ciertos, falsos conceptos de antaño. Ninguna persona, con vida sexual previa, está exenta o protegida de padecer una enfermedad venérea.
Por eso la ciencia nos viene a señalar que las infecciones de transmisión sexual, sea el virus del papiloma, el herpes o el mismo VIH/SIDA, por citar solo algunas, son enfermedades que nos pueden atacar a todos, al margen de cualquier característica social, física, académica o espiritual.
Esto se agrava aún más porque las nuevas enfermedades venéreas llamadas infecciones de II y III generación suelen pasar silentes, sin dar síntomas durante años, de tal manera que la persona infectada no se percata que ha sido contagiada y la transmite sin darse cuenta.
De manera paradójica, ciertas personas que tradicionalmente se denominaron grupos de riesgo, hoy son más conscientes del peligro infeccioso a los que se exponen y son más cautos, más conscientes, y por ello suelen ser estrictos en la utilización del preservativo.
Por el contrario, los jóvenes, las amas de casa, los mismos estudiantes universitarios y numerosos profesionales, son el nuevo blanco de muchas de estas infecciones, porque muchos de ellos creen que “en su mundo” no hay cabida para esas “enfermedades”, de manera que obvian el uso del condón.
Por otra parte, algunos tienen cierta cautela y utilizan el preservativo en las relaciones iniciales, pero cuando el vínculo se prolonga y conocen más a la pareja, dejan de utilizarlo, creyendo que, por ser una buena persona, que luce sana, no es posible que tenga una infección.
Tenemos que entender que las relaciones sexuales con una persona que ha tenido vida sexual previa conllevan el riesgo venéreo y que debemos ser estrictos con el condón. Si esta persona se convierte en nuestra pareja estable, es recomendable que ambos acudan a la consulta para que sean estudiados a fondo para que así puedan disfrutar de manera segura la sexualidad.