Todo apunta a que este año será el más sangriento de la historia de nuestro país, por la cantidad de homicidios que han ocurrido.
San José dejó de ser la zona más violenta y este flagelo se desplazó a las costas: en el Caribe y el Pacífico se libra una sangrienta lucha entre grupos criminales que desean apoderarse de puntos para la venta y distribución de todo tipo de drogas.
Pese a eso, los encargados de la seguridad hacen el papel instalando grupos de policías para hacer controles de carretera y llaman a la prensa para que cubran las labores, sin embargo, el ciudadano clama para que se den incursiones en barridas problemáticas donde las autoridades no se animan a adentrarse y tomar el control, a pesar de que ellos mismos manifiestan tener puntos calientes con horas y días especificas donde los cacos actúan.
Pareciera que estamos fuera de control. La gente no come cuento, la delincuencia nos está ganando y los jerarcas no hacen nada y cuando lo hacen son acciones paliativas y no de fondo porque las incidencias no bajan.
Las zonas costeras tienen un alto índice de desempleo y deserción estudiantil, por lo que algunos deciden robar, asaltar o unirse al peligroso negocio del narcotráfico, cuando son zonas que deberían recibir al turista con los brazos abiertos garantizándole seguridad, pero sabemos que no es así.
La falta de recursos económicos viene a agudizar la labor de la policía, mientras que los grupos organizados tienen en su poder dinero y tecnología para llevar a cabo su ilegal negocio.
Todo eso lleva también a la corrupción en la que muchos funcionarios se ven tentados y se pasan de bando y otros que actúan sin que hasta ahora sean detectados, vivimos tiempos complicados en los cuales se valora el interés de unos cuantos y no de los de a pie.
Debemos unirnos todos, es una labor interinstitucional y no solo de las policías.
La Suiza Centroamérica fue la de nuestros abuelos. Ahora, jóvenes que podrían estar en las aulas estudiando, se están matando. Algunos de los factores que provocan estos crímenes son el método del préstamo gota a gota, donde la víctima obtiene muy fácil y rápido el dinero que está requiriendo, pero con intereses muy elevados que se vuelven imposibles de pagar.
Si el beneficiado no cancela en un plazo determinado, los cobradores, quienes han estudiado su entorno familiar, empiezan la perseguidora, amenazas verbales y físicas que llegan hasta la muerte.
Son mafias muy violentas que operan en todo el país y no tienen compasión por sus víctimas, lo único que les importa es recuperar el dinero y para ello vigilan sus movimientos.
Inclusive hay personas que han terminado suicidándose al ver el asedio que les dan y en el mejor de los casos terminan empeñando sus bienes para pagar la deuda.
Otro de los preferidos por grupos criminales son los jóvenes, especialmente de zonas vulnerables, que reclutan para matar y a cambio les dan moto o carro, un arma de fuego y hasta dinero en efectivo.
Los muchachos al ver lo difícil que está conseguir un trabajo no lo piensan dos veces para alinearse con estos bandos, que andan repartiendo bala a diestra y siniestra.
Cada día los homicidios son más violentos, incluso las autoridades han descubierto que en algunos casos los sicarios ponen a sus víctimas a cavar sus propias tumbas, luego las ejecutan y entierran para saldar cuentas.
Ahora es normal ver crímenes múltiples, lo que hace una década era algo impensable. La razón: la falta de prevención de las autoridades, inclusive desde la escuela se debe ver este tipo de temas, pero no se hace.
Las ejecuciones se hacen a vista y paciencia de la ciudadanía, a plena luz del día y frente a quien sea, lo que deja ver que los perpetradores van por su objetivo sin importarles nada.
Vivimos tiempos complicados, en los que la vida humana pareciera no valer nada.