Editorial
La crisis de las listas de espera en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) ha dejado de ser un problema administrativo para convertirse en una verdadera emergencia nacional que compromete la vida y el bienestar de miles de costarricenses.
Los números son escalofriantes: más de 1,2 millones de personas aguardan por una cita, un procedimiento médico o una intervención quirúrgica, con un incremento de 150.000 personas en apenas un año.
La situación trasciende las estadísticas y se traduce en sufrimiento humano. Cada número representa una historia personal de angustia, dolor y esperanza postergada. Familias enteras viven en la incertidumbre, mientras pacientes, algunos con condiciones críticas, ven pasar los días sin recibir la atención médica que requieren. El caso de los 35 niños que aguardan por una operación cardíaca en el Hospital Nacional de Niños es particularmente desgarrador, donde cada día de retraso puede significar la diferencia entre la vida y la muerte.
Más recientemente, Diario Extra también mostró el sufrimiento de pacientes del Hospital de San Carlos, algunos incluso pasan hasta cuatro días esperando a ser atendidos, lo que refleja otro problema más de la seguridad social, la falta de personal, de especialistas y de infraestructura.
Las promesas institucionales, por más bienintencionadas que sean, se han convertido en un manido ejercicio de retórica vacía. El plan “Menos espera, mejor servicio” anunciado con bombos y platillos por la hoy suspendida presidencia ejecutiva de la CCSS, Marta Eugenia Esquivel, parece más una estrategia de relaciones públicas que un plan concreto de acción.
La propia Esquivel ha reconocido el fracaso, admitiendo que “no avanzamos” y que “la gente se está muriendo”.
Este medio consultó el miércoles al presidente Rodrigo Chaves qué decisiones se van a tomar ante la incapacidad de resultados positivos, pero las respuestas no llevan a soluciones a corto ni mediano plazo.
Los intentos de solución propuestos hasta ahora resultan insuficientes. La inyección de 200.000 millones de colones, la posible tercerización de servicios, los convenios internacionales y la reforma del Cendeiss parecen más parches que soluciones estructurales. Lo que Costa Rica necesita es un cambio radical en la gestión de la salud pública, que priorice la atención médica como un derecho fundamental y no como un servicio burocrático.
Es fundamental que los tomadores de decisiones comprendan que cada día de retraso representa un costo humano irreparable. Las listas de espera no son simples números, sino vidas en pausa, familias que sufren, ciudadanos que pierden la confianza en un sistema que debería protegerlos.
El Gobierno, la CCSS, los legisladores y la sociedad civil deben unir esfuerzos para transformar este panorama. Se requiere un compromiso real que vaya más allá de las declaraciones y se concrete en acciones inmediatas. Costa Rica ha sido reconocida históricamente por su sistema de seguridad social. No podemos permitir que esta crisis lo desmorone.