Al contemplar el portal de Belén, somos acogidos por la serena imagen de la Sagrada Familia: Jesús, María y José, cuya presencia irradia amor y armonía. No obstante, junto a esta escena de profunda paz, se gesta una historia marcada por grandes adversidades y desafíos. Desde la búsqueda desesperada de un lugar para el nacimiento del Salvador, que culminó en un humilde pesebre, hasta la huida a Egipto para escapar de la persecución de Herodes. Así, la vida de la Sagrada Familia estuvo marcada por pruebas constantes.
La Sagrada Familia encarna valores y virtudes que, a pesar del tiempo, siguen siendo relevantes y ofrecen enseñanzas profundas para las familias de hoy; particularmente la fe al asumir la cotidianidad. María y José educaron a Jesús en un ambiente de fe, amor y respeto, inculcándole valores que serían fundamentales en su vida y su misión. Este aspecto destaca la responsabilidad de los padres en la formación integral de sus hijos.
A pesar de las dificultades, como la pobreza y el exilio, mantuvieron una unión basada en el respeto mutuo y el compromiso. Este amor se manifiesta en las acciones concretas de servicio y sacrificio por el bienestar del otro, creando un ambiente de paz y armonía en el hogar.
Vivieron una vida sencilla en Nazaret, alejados de las comodidades materiales, valorando lo esencial y cultivando una espiritualidad profunda, centrada en el servicio y la entrega. Su estilo de vida nos enseña la importancia de la simplicidad y de enfocarnos en lo verdaderamente importante.
José, como carpintero, y María, en las labores hogareñas, demostraron la dignidad del trabajo honesto. Enseñaron a Jesús el valor del esfuerzo y la responsabilidad, preparando el camino para su misión futura y resaltando la importancia de la ética laboral y la responsabilidad en nuestras tareas diarias.
En un mundo donde el concepto de familia ha evolucionado y enfrenta diversos desafíos, los atributos de la Sagrada Familia de Nazaret ofrecen un modelo que puede guiar y fortalecer a las familias en su búsqueda de unidad y amor.
Ideologías contemporáneas, incluyendo las de género, promueven una visión relativista de la identidad personal y de la familia, desafiando los principios tradicionales que han sustentado nuestra sociedad por generaciones. Asimismo, la precariedad laboral, el desempleo y las crisis financieras generan tensiones que pueden llevar a conflictos internos y, en muchos casos, a la ruptura del hogar.
En estos momentos de adversidad, es cuando debemos recordar la importancia de la solidaridad y el apoyo mutuo dentro de la familia, siguiendo el ejemplo de Jesús, María y José.
Qué prevalezcan el amor, la alegría, el bien común, el respeto y la fe en los hogares, que superen cualquier adversidad que se presente. Nuestra Patria lo necesita.
¡Qué Dios bendiga a todas nuestras familias y nos guíe en el camino del bien común!