El 27 de enero de 2010 se convirtió en un día histórico para el país por la inauguración de un nuevo corredor vial para enlazar San José con el Pacífico.
La ruta 27 se abrió con el fin de convertirse en un aliado para los conductores y disminuir los tiempos de traslado para aquellos que necesiten trasladarse desde la ciudad capital hasta Puntarenas.
A casi 11 años de haberse efectuado la inauguración, la ruta 27 se ha convertido para usuarios, Consejo Nacional de Concesiones (CNC) y para la propia Globalvia en una enorme pesadilla que con el paso del tiempo toma colores más tétricos, a tal punto que una de las infraestructuras más importantes de Costa Rica se está cayendo a pedazos.
Desde la apertura de vía se ha alardeado diciendo que contamos con una carretera de primer mundo y lo que vemos en realidad son hundimientos, baches mal hechos y formaciones de platinas que atentan contra el estado de los vehículos e incluso contra la vida misma de los usuarios de dicho corredor vial.
Ya lo dijo bien el Laboratorio Nacional de Modelos y Materiales Estructurales de la Universidad de Costa Rica (Lanamme UCR), institución que alertó sobre los hundimientos en el kilómetro 44 de la ruta que pondrían freno la operatividad de la vía.
No es justo para los usuarios de la ruta, quienes en cada peaje pagan de su bolsillo su derecho a circular, que los dejen sin carretera por una absoluta negligencia de las autoridades encargadas de velar por el mantenimiento de esta ruta, así como también de la propia empresa Globalvia.
No en vano Lanamme advirtió que ya son 22 los taludes enfrentaron problemas y que experimentaron una alta susceptibilidad a los deslizamientos entre Ciudad Colón y Orotina.
Pero los lamentos suben de tono cada vez que llega la época lluviosa, por lo que es momento de hacer serias intervenciones para que la ruta sea sostenible en el tiempo y no tengamos que estar lamentando tragedias y emergencias.
La empresa concesionaria manifestó que por año invierten entre $15 y $20 millones para mantener en óptimas condiciones el corredor vial entre Caldera y San José, sin embargo, tales inversiones no se ven reflejadas en la calidad de la carretera.
Es de lamentar los deterioros sobre la superficie y que sean los usuarios quienes de su bolsillo tengan que pagar de más cada trimestre para hacer uso de una autopista que cada vez está más deteriorada.
Recientemente hubo dos platinas que se convirtieron en un nuevo dolor de cabeza a los conductores: la primera de ellas fue el 23 de noviembre anterior, cuando una platina salida en sentido Caldera-San José a la altura del puente sobre el río Virilla causó estragos al menos a tres vehículos que se vieron afectados por que el dispositivo les estalló las llantas.
Los últimos problemas fueron a la del kilómetro 22 en el puente sobre el río Ciruelas en Alajuela, donde los conductores denunciaron que la concesionaria hace chambonadas para tapar sus pésimas intervenciones acciones en carretera.
Pese a todo lo anterior, la empresa Globalvia ya recaudó en peajes más de $661 millones de ingresos desde el 2009 y hasta octubre de 2020.
El contrato de concesión estaba vigente por $301 millones, lo que quiere decir que el monto en peajes superó en un 120% lo estipulado en el ligamen.
No obstante, la deuda se mantiene y solamente se redujo en un 70%, es decir, lo amortizado corresponde a $210 millones. El 30% restante corresponde a casi $89 millones en un contrato que terminaría con la compañía hasta el 2033.
Hay que tomar en cuenta estos datos emitidos por un informe de la Supervisora Consorcio Getinsa-Gabinete S.A., donde se detallan presuntas manipulaciones arbitrarias en los ingresos por peajes.
Si bien el ministro de Transportes, Rodolfo Méndez Mata, exigió una rápida intervención sobre la ruta 27, este nuevo elemento que salió ante la opinión pública no puede pasar por desapercibido.
De acuerdo con el documento, la concesionaria se encarga de descontar de sus ingresos los montos que ellos dicen que se adeudan por la evasión en el cobro de peajes en cada una de las diferentes estaciones.
No es justo para el usuario, quien al final de cuentas es el que sale rascando por las irresponsabilidades de las autoridades que no actuaron a tiempo en cada una de las recomendaciones que se les han hecho.
La ruta 27 se cae a pedazos y nadie hace nada. Si esto continúa así, será demasiado tarde y todo ese dinero que se ha recaudado por peajes se perderá si no se logra la intervención requerida.
Ojalá que la ampliación de la ruta 27, que estaría por arrancar para este año, sirva para subsanar los serios problemas de la zona y que no se torne para señalamientos de campaña política.