Sergio Araya Alvarado
Politólogo
En las dinámicas políticas de las sociedades siempre han existido vínculos e interacciones entre actores de este ámbito y económicos. La forma, intensidad y alcance, así como la identidad concreta de sus protagonistas varía según las circunstancias históricas, ambientales y culturales, pero manteniéndose como una suerte de variable inmutable.
Reconocida en forma explícita en ocasiones, oculta y tras bambalinas en no pocas oportunidades, la relación entre ambos poderes contribuye de manera decisiva en la configuración del devenir de las sociedades, sus modelos político-institucionales y sus estructuras societales. En las democracias no es la excepción.
A pesar de la relevancia dada en este sistema al papel activo del llamado soberano, constituido formalmente por toda la población habilitada desde el orden jurídico imperante, a tener participación en el quehacer correspondiente, existen porciones de esa población con una capacidad de incidencia mayor en la definición del destino del conjunto.
Esta atribución real es ejercida de manera evidente en la construcción del diseño y gestión del marco político y por ende en la selección y priorización de los productos esperados de aquel.
Costa Rica no escapa a esa realidad. Desde los albores de su vida republicana, sectores económicamente influyentes capitalizaron su condición en aras de orientar el actuar de quienes detentaban el poder político, por interpósita mano o mediante la colocación en puestos clave de personas provenientes de su riñón.
Estudiosos de la historia del país reseñan el papel de la élite cafetalera en la dinámica del siglo XIX en la definición de quienes ostentaron en muchos periodos constitucionales de Gobierno de la época los más altos cargos de la política pública.
Con algo de mito o no, se decía que lo usual era “escoger al Presidente de la República en el Club Unión”, aludiendo al sitio de encuentro casual de los más insignes exponentes de la denominada oligarquía cafetalera.
En las siguientes centurias, la situación ha evolucionado y adaptado a las realidades cambiantes en que el país se ha sumido, mas como fue planteado al inicio la interacción entre ambos poderes continúa vigente.
Hoy en ambas dimensiones, se han ampliado los actores y sectores concretos, pero ciertamente a pesar de la evocación y protagonismo del soberano en la definición formal de los detentadores del poder político emanado de las urnas, no menos real sigue siendo que las ofertas a él presentadas, en mucho provienen de designaciones previamente filtradas por los grupos económicamente fuertes.
Transitando el año vigésimo quinto del presente siglo Costa Rica encara en este tema un desafío relacionado con el origen y procedencia de algunos actores de ese campo que, siguiendo la dinámica instalada, entran a escena y compiten por ser parte de quienes influencian el sistema actual. Complementa el panorama la realidad de un sistema político con flancos vulnerables en áreas sensibles y estratégicas, como lo son su subsistema de partidos o su Poder Legislativo, este último pilar de su andamiaje democrático representativo.
Por ello urge caracterizar con más precisión a los sectores emergentes y a los actores actualmente presentes en el ecosistema económico costarricense. Ello implica tener claridad de sus orígenes, fuentes de su riqueza, intereses de corto y largo alcance, así como conexiones dentro y fuera del territorio nacional.
¿Quiénes son? ¿Cuál es la naturaleza de su fuerza económica? ¿Qué esperan de este poder en función de sus prioridades y objetivos? ¿Cómo interactúan con él? ¿Apoyan campañas electorales? ¿A quiénes y de qué forma manifiestan el apoyo político? ¿Poseen exponentes y representantes en instancias de este poder? ¿Quiénes y dónde, en caso de que así sea, están presentes sus caras visibles en esta dimensión?
Así como se habló de la oligarquía cafetalera del siglo XIX como la protagonista desde la dimensión económica de la interacción con el poder político en esa época ¿cuáles y quiénes con rigor son los sectores detentadores de esa estafeta al cumplirse el primer cuarto del presente siglo? En síntesis, es urgente tener el panorama claro en este ámbito, evocando el viejo refrán que dice: “Dime con quién andas y te diré quién eres, parafraseado así: “Dime con quién te relacionas y te diré qué tipo de gestión política esperar”.