Reconozcamos, con total objetividad y serenidad, que la variable internacional es fundamental y que estamos viviendo una realidad compleja y conflictiva.
Frente a este nuevo orden internacional, tenemos que volver a leer y poner en práctica, como política internacional y de comercio exterior, inversiones extranjeras y transferencia de tecnología, la Proclama de Neutralidad (1983) del Benemérito de la Patria Luis Alberto Monge, cuando Costa Rica decidió un significativo cambio de paradigmas y optó por una economía de exportaciones.
La “neutralidad activa y permanente” se fundamenta en tres principios:
1.- La adhesión completa, total y absoluta de Costa Rica al sistema de vida en libertad y democracia, fundamentado en un Estado social de derecho.
2.- La neutralidad activa y permanente de Costa Rica frente a todos los conflictos bélicos y la defensa de la paz y los objetivos de la Carta de las Naciones Unidas, como fundamento de nuestra política diplomática.
3.- La equidistancia frente a las luchas hegemónicas de poder mundial, con fundamento en los principios de independencia y soberanía, y la prevalencia de los Tratados Internacionales firmados por Costa Rica, sobre las leyes nacionales, aceptado desde el año 1949 en nuestra Constitución Política.
En este nuevo orden internacional, dos situaciones críticas relacionadas entre sí y que deben resolverse con urgencia, amenazan la paz y el comercio mundial:
1) La invasión militar de Rusia a Ucrania, la crisis humanitaria en Gaza y el peligroso debilitamiento de la Organización de las Naciones Unidas.
2) La “guerra comercial” declarada entre los Estados Unidos y China, con implicaciones y consecuencias directas sobre el comercio internacional y el derecho de todos los países miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC) de prosperar y alcanzar un desarrollo integral y sostenible, con acceso libre a los mercados y según sus propias decisiones soberanas en materia de inversiones extranjeras, adquisición de nuevas tecnologías y comercio exterior.
En el medio de estas fuertes y gravísimas tensiones internacionales, Costa Rica está sufriendo un gran retroceso en sus índices económicos y sociales; así como una violenta crisis de criminalidad, sicariato e inseguridad nacional y ciudadana, consecuencia del poderoso delito transnacional del narcotráfico.
Sin embargo, el Poder Ejecutivo ha roto las relaciones necesarias de diálogo y trabajo conjunto sobre seguridad ciudadana con el Poder Judicial y la Asamblea Legislativa, a la vez que mantiene una bronca permanente con los sectores sociales y los productivos-exportadores, excepto el gran comercio importador.
Perdimos el sentido de las realidades y así vamos para las elecciones de 2026.
¿Y usted qué opina?