El pasado 11 de abril se inauguró la Plaza de la Familia en el Campus de la Universidad Autónoma de Centroamérica que busca, ante todo, recordar al estudiantado, a maestros y visitantes la importancia de la familia en la sociedad. Algunos pensarán que es tan solo un acto de romanticismo en un mundo lleno de cinismo e indiferencia hacia los valores que representa, pero quienes tuvimos el honor de asistir a la inauguración coincidimos en la relevancia de este acto en el que, bajo el lema “Honrando a la familia: un legado para el futuro” las autoridades universitarias reafirmaron su respeto por la institución de la familia.
La Plaza es sin duda una invitación a reflexionar sobre la familia como base y fundamento de la sociedad. Ya en 1920, el Cardenal Mercier en su Código Social de Malinas señalaba: “Siendo la familia la fuente de donde recibimos la vida, la primera escuela donde aprendemos a pensar, el primer templo donde aprendemos a orar, hay que combatir todo lo que la destruye o la quebranta, hay que alabar y estimular cuanto favorece su unidad, su estabilidad y su fecundidad.”.
Como estudiante en Bélgica, el Dr. Calderón Guardia, tuvo la oportunidad de asistir a las conferencias del Cardenal Mercier y cuando llegó el momento durante su Gobierno, puso la protección de la familia, de la mujer, del niño, del anciano y el desvalido, como uno de los ejes sobre los cuales levantaría la Gran Reforma Social, así lo reconoció el señor rector de la UACA, don Guillermo Malavassi. En 1949 se da un paso más en nuestro país y se consagra, en la Constitución, el derecho que tiene la familia a la protección del Estado y la sociedad.
Hoy no basta con reconocerla o darle protección, hay que promoverla y combatir todo aquello que busca su destrucción, que promueve su menosprecio y que subestima la importancia de la familia en la formación de la sociedad y sus miembros. Vivimos tiempos en los que la familia parece haber entregado a terceros la educación de sus hijos y no hablo de las escuelas que cumplen una importante tarea en la instrucción y reforzamiento de los valores que deben ser inculcados en el hogar. Me refiero a que la educación no puede estar a cargo exclusivamente del Estado, ni en manos de las redes sociales, es la familia, los padres y abuelos, los llamados a inculcar valores y principios como el respeto, el amor, la honestidad, la solidaridad, la generosidad, la gratitud y el sentido de responsabilidad, principios que deben ser reafirmados en escuelas y colegios y cultivados en la sociedad.
Es la familia donde se siembra el respeto a la vida y se establecen los primeros controles, donde se ponen límites y se aprende a que la violencia no es la respuesta frente a las diferencias, que a través del diálogo se aprende a socializar y a dirimir diferencias. La vida en familia enseña que la obediencia no es sumisión sino la disposición para acatar instrucciones de quien por edad, conocimiento o jerarquía representa una figura de autoridad.
La familia está llamada a formar la personalidad de los niños, a enseñarles a distinguir entre lo correcto y lo incorrecto, entre el bien y el mal y con ello poder tomar las mejores decisiones. Es en la familia donde primeramente se descubren y se estimulan las habilidades y las destrezas, que servirán para que el niño se forje un futuro. Pero sin duda es a través del amor y la protección que brinda la familia que las personas pueden llevar una vida emocionalmente estable y convertirse en un buen ciudadano capaz de aportar lo mejor a la sociedad.
Educar para la vida en familia debiera ser una prioridad de todos, del Estado, de las instituciones y organizaciones, de las escuelas y de cada uno de nosotros como ciudadanos, porque de ella depende el tipo de sociedad que estamos construyendo para nuestros hijos y nietos.
La escultura del artista Roy Rodríguez que enaltece la Plaza de la Familia nos recordará por siempre el deber de todo ciudadano de fortalecer y proteger a la familia como base del desarrollo humano y social de Costa Rica y no, la Plaza no es un acto de romanticismo, es un llamado a la reflexión sobre el camino que lleva nuestra sociedad.