Tras un año de aprobada la Ley General de Control del Tabaco, no solo sigue demostrando ser poco clara, sino también discriminatoria para quienes, ejerciendo su derecho, han decidido fumar.
Aún no me queda claro el objetivo primordial con que se implementó la famosa Ley 9028. Si era el de sacar a los fumadores de bares y restaurantes, debo reconocer que es perfecta, pero si por el contrario; la idea del Ministerio de Salud era la de velar por la calidad de vida de los fumadores y no fumadores y ayudar a la economía de la CCSS por los gastos en los que incurre al tratar a los pacientes fumadores, es totalmente un desastre.
Pero ahí no termina lo preocupante, pues para nadie es un secreto que no se ha reducido el consumo, lo que ha bajado es la venta formal de los cigarrillos legales, cuyo precio se ha visto incrementado significativamente al incluir el nuevo impuesto establecido por la nueva Ley y ha aumentado su contrabando, pues al no haber la más mínima claridad para su venta, los negocios no se arriesgan a ser multados, y han proliferado las ventas de producto ilegal, lo cual representa un peligro latente al no tener certeza de la calidad de producto que se está consumiendo. Es decir, ¿en este país preferimos que los ciudadanos adquieran productos ilícitos que pueden representar un atentado mayor a su salud?
Cada día que pasa nos damos cuenta de la inoperancia de esta Ley, con el simple hecho de observar gente fumando en las calles, y en las aceras, prácticamente en la puerta del bar o restaurante, exponiéndose a un asalto y poniendo en riesgo su seguridad.
Es claro que el Ministerio de Salud no sabe manejar correctamente lo que establece la Ley, aún espero un informe donde se nos muestre a los costarricenses cómo se están invirtiendo los recursos que están recibiendo por el impuesto tan desmedido, para la correcta aplicación de la misma, o que al menos nos cuenten adonde están los centros de atención para los fumadores que desean dejar de serlo e igualmente estoy ansioso por ver a los 250 inspectores que han dicho que tendrán.
Definitivamente, si el único fin de la aplicación de la Ley de Control del Tabaco es la de sacar a los fumadores de bares y restaurantes y exponerlos a situaciones de inseguridad como las que lamentablemente se dieron con un taxista quien falleció por causa de una bala perdida en el momento en que salió a fumar, o las otras dos personas que murieron por una riña que se dio en un bar producto de no poder fumar dentro del lugar.
Vamos por el camino correcto, pero si lo que se espera es velar por la salud de los costarricenses, ¡necesitamos un cambio urgente!
*Presidente Cámara de Costarricense de Restaurantes y Afines (Cacore)