Ser relación significa la tendencia y la apertura hacia un “tú” o un “nosotros”, pero salvaguardando mi integridad, el ser yo mismo. Es, como diría Erick Fromm, “la paradoja de dos seres que se convierten en uno y que, no obstante, siguen siendo dos”.
Toda buena, estable y profunda relación entre las personas supone, además, una progresiva interiorización; es decir, que cada quien sea cada vez más persona. Porque, como el Padre Larrañaga advierte, “la persona es primariamente interioridad. Pero esta palabra es un tanto equívoca. Diría, más exactamente, que la persona es interiorización; esto es, el proceso incesante de caminar hacia el núcleo, hacia la “última soledad” de la que hablaba Escoto. Toda persona, auténticamente hablando, es eso”.
Ahora bien, dos interioridades que “salen” de sí mismas y se proyectan mutuamente dan origen a una tercera realidad: la intimidad, constituida por esas dos interioridades que mutuamente se abren, se entregan y enriquecen. Según Génesis 1,26, hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. Y esto principalmente en lo que se refiere al ser “personas” y a la interrelación personal. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres personas distintas (mismidad, soledad) y un solo Dios (relación). “Aquí está, explica el Padre Larrañaga, la clave de la fraternidad: ser distintos en la interrelación de sí mismos, porque no se trata sobre todo de intercambiar bienes o palabras sino interioridades. Cada persona divina, como cada persona humana, son sujetos que dan y reciben todo lo que son. En otras palabras: en aquella inefable comunidad, cada persona, permaneciendo subsistente en sí misma, es, al mismo tiempo, don de sí; de tal manera que el Verbo, al proceder del Padre, posee y retiene las mismas perfecciones del Padre; y el Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, posee y retiene las mismas perfecciones de las personas de quienes procede. Así se “realizan” aquellas personas, dando y recibiendo”.
Y concluye: “Si aplicamos esto a la realidad humana, podríamos concluir que una persona humana se “realiza” tanto al recibir de otro sujeto, todo cuanto tal sujeto es, como al dar a ese sujeto, todo cuanto aquella persona es”. Eso significa que el ser humano, además del ser él mismo, como persona es también de igual modo y medida ser relación. Sigo otro día, Dios mediante.