Los actos delincuenciales están a la orden del día en todas partes y a cualquier hora. La inseguridad ciudadana empeora cada día más, los delincuentes con la astucia que los caracteriza inventan de la mejor manera las artimañas sencillas a ejecutar para hacer de las víctimas una presa fácil y sin escapatoria. Lamentablemente, que caminar por las calles en este tiempo es un peligro asegurado, ya uno no sabe qué le puede pasar, de un momento a otro las cosas cambian y esto incluye que hasta la vida se puede perder en un abrir y cerrar de ojos.
Basta con leer los periódicos tanto impresos como digitales para darnos cuenta del nivel exorbitante de inseguridad a la que estamos llegando. También podemos ver los múltiples casos que ocurren en diferentes partes del país. Y si nos vamos al terreno donde uno se moviliza siendo de los de a pie como miles de este país que todos los días caminamos de la casa a la parada de buses hasta llegar al trabajo y viceversa, los casos que a diario suceden son numerosos e incontables, y algo muy importante es que muchos quedan sin denunciarse a las autoridades correspondientes.
Es notorio el avance significativo de las actividades delincuenciales por todos lados, al menos en el sector donde yo vivo y en mi trabajo, que es parte de la capital San José, los robos a mano armada son muy frecuentes, también es importante destacar la estrategia que utilizan para distraer a las personas que viene siendo un engaño haciendo caer a la víctima fácilmente en una distracción y confianza y es en ese momento, bajo ese ambiente, que sacan el arma y despojan de todas sus pertenencias a las personas.
En días pasados me tocó pasar por ese momento que muchos han vivido. Salía de mi trabajo a las seis de la tarde, había caminado diez minutos y a unos doscientos cincuenta metros antes de llegar a la parada de buses una moto con dos sujetos muy jóvenes a bordo me interceptó, al acercarse lentamente me solicitaron que si les hacía el favor de ayudarlos con una dirección, mi respuesta fue decirles que con mucho gusto les ayudaba a ubicarse.
Después de haber pasado si acaso un minuto, uno de ellos se bajó rápidamente de la moto, sacó una poderosa arma, la puso bala en boca y se dirigió a mí apuntándome de una manera violenta al abdomen diciéndome que le entregara todo. Debo decir que no tuve miedo, lo que me dio fue un coraje de reaccionar de forma negativa ante el delincuente, lo que provocó un forcejeo entre ambos, fue entonces que el segundo que manejaba la moto entró en escena con un tono amenazante y diciendo que si seguía resistiéndome a no entregar mis cosas me iban a dispararme.
Y entre ese ambiente donde muchas cosas se le pasan por la mente a uno, escuché una voz en mi interior que dijo: lo material se vuelve a comprar, pero la vida no, es única. Fue entonces cuando solté mi celular que tenía en la mano izquierda y que agarraba fuertemente para que no me lo robaran y enseguida revisaron las bolsas de mi pantalón y se llevaron lo que pudieron, menos las llaves de la casa donde vivo. Pero algo que me sorprendió fue que el maletín donde llevo mis cosas personales, que ocupo para desayunar y almorzar, y los que no me pueden faltar los libros, eso no lo tocaron. En ese momento la calle estaba completamente sin ningún peatón ni carro, nadie se enteró de lo que viví en dos minutos.
Al día siguiente que me presenté a mi trabajo como lo hago todos los días, yo le iba a contar a uno de mis compañeros lo que me había ocurrido, y vaya sorpresa que me doy cuenta que uno de ellos casi en el mismo lugar lo asaltaron también esa mañana, le robaron el celular y otras cosas personales. Es decir que en menos de veinticuatro horas solo en ese sector ocurrieron dos asaltos a mano armada y para agregar un poco más después de lo que nos pasó a nosotros, a los alrededores, según los vecinos todos los días ocurren de dos a tres asaltos a personas que caminan por las calles.
Esperamos que, con la llegada del nuevo gobierno, se le dé prioridad a desarticular estas bandas de asaltantes que provocan tanta inseguridad en las calles y que agobian a los ciento de peatones que todos los días salimos a trabajar, sabiendo que el peligro acecha y las probabilidades a ser asaltado y que nos roben son inminentes. Que Dios mande a sus ángeles guardianes para que nos protejan de este mal que está deteriorando a la sociedad.
*Poeta y escritor