A inicios del mes de enero de este año, un poeta conocido me envió de regalo cinco libros, tres de su autoría y los otros dos de otro poeta costarricense, que por cierto ha sido muy publicado. Por seguridad y efectividad le dije que le daría la dirección en donde trabajo para que me hiciera el envío, generalmente es lo que hago cuando me mandan una encomienda.
En una semana recibí el paquete por parte de un empleado de correos, estaba muy contento por el detalle y quería abrirlo lo más pronto posible. Pero como estoy en mis ocupaciones cotidianas del trabajo esperé la hora de almuerzo para hacerlo, me propuse que ingerir los alimentos en esta oportunidad sería en menos de media hora y la otra media hora la ocuparía con mucha dedicación a los libros que el poeta muy gentilmente me regaló.
Generalmente almuerzo solo, en un lugar donde tengo mis cosas de trabajo, camino libros porque siempre le quito tiempo al almuerzo y al café para leer y escribir, algo que hago religiosamente. Estoy cerca de la acera de la calle, para entrar tengo que abrir un portón y después una puerta. Nunca ha habido un robo o algo parecido en este lugar, es bastante sano, de vez en cuando se escucha de algún robo en los alrededores, también algunas veces les da por pasar personas un poco sospechosas, pero hasta ahí.
Tenía unas ansias enormes por empezar a hojear los libros, justo cuando ya iba abrir el sobre que me hicieron llegar, me llaman de una de las casas, no vi necesario cerrar el portón, quedó abierto, susurré que solo era un ratito porque estaba en mi hora de almuerzo, era algo que por lo general pasa, pero no fue así. A pesar que podía divisar claramente si alguien entraba o no al lugar donde almuerzo me descuidé y tardé en regresar siete minutos, tiempo suficiente para que los libros desaparecieran y no darme cuenta quién se los había llevado.
Que sorpresa me llevé al regresar y ver que los libros ya no estaban, se llevaron el paquete en un abrir y cerrar de ojos, era como que si alguien estaba esperando el preciso momento de verme salir para cargárselos. Era un hecho que cualquier que pasara por la acera y volteara a ver, de seguro que de inmediato miraba el paquete que contenía los libros cerca del portón colocado en una silla. En algún momento pensé que alguien conocido o de los mismos compañeros de trabajo me estaba jugando una broma, después de preguntar comprobé que no era cierta mi suposición.
Para mí el regalo predilecto que existe son los libros, esto lo valoro, lo aprecio y lo estimo mucho. El caso es que mis libros desaparecieron y no supe quien se los llevó. En un principio me sentí mal, pero después pensé que quien se los haya llevado ojalá les sacaría el máximo provecho y podría disfrutar de la lectura como lo hago yo. Para mí el punto era que quien se llevó mis libros no lo hizo porque sabía que eran libros, como el paquete estaba sin abrir y por lo tanto podría ser cualquier otra cosa, menos libros, es decir que el sujeto robó algo que cuando lo descubriera se iba a sentir sorprendido y así fue, no era lo que se imaginó.
Me resigné y en algún momento pensé que alguien los tenía escondidos. Los días pasaron, incluso casi un mes y no dejaba de pensar que por primera vez me habían hecho un robo así. Pero lo que nunca se me pasó por la mente fue que los libros iban a aparecer, y no porque algún conocido los hubiera agarrado sino que un ladrón los iba a devolver. Así fue, era medio día, la hora de almuerzo, vaya sorpresa me llevé cuando se aparece un joven de unos veinte años y con él los libros en las manos.
Álvaro me dijo que él fue quien se llevó el paquete mientras yo me encontraba a la distancia, lo miró y se lo llevó y no me di cuenta. Me pidió disculpas, parecía sincero, y devolvió los libros ya en una bolsa. Le pregunté qué le motivó regresarme los libros y sin parpadear me dijo: “le confieso que yo cuando veo una oportunidad de llevarme algo lo hago, estoy diestro en esto, he andado por mucho tiempo en esta faena y en primera instancia creí que era otra cosa de valor, para qué quiero unos libros si no me sirven para nada, y por eso aquí están, son suyos y antes de botarlos mejor los regreso”.