Si la confianza rompiera el saco todos los sacos estarían rotos. No lo rompe, pero rompe todo lo demás; de donde resulta que todos nuestros males desaparecerían si fuéramos honrados. No habría burbuja financiera, ni distribución desigual de la riqueza, ni agotamiento de los recursos naturales, ni contaminación ambiental, ni ley mordaza, para poner solo algunos ejemplos, en lo que estoy pensando ahora por razones de la segunda emisión de bonos y de los dólares golondrina, y de las amenazas nucleares de Corea, y de los asentamientos en Palestina, y de los Navy Seals, y de la propiedad intelectual, y de la persistente crisis económica mundial, y de la deuda…bueno por razón de todo.
Don Alberto Di Mare creía que la única manera de proteger nuestra hacienda de la deshonestidad del príncipe era volver a usar el oro como moneda. Pero yo no veo cómo podríamos comprar nada de lo cotidiano sin andar con una lima para hacerle raspaditas al oro, y una balanza analítica para pesarlas. Amén de que eso les daría una ventaja injusta a los países que tienen minas de oro. Un anuncio de Squibb decía que la única garantía posible es la honradez. O sea, que no hay garantía. “Segura solo la muerte”.
Las devaluaciones inconmensurables (que no se pueden medir) tienen, sin embargo, una ventaja: crean una catizumba de millonarios. Catizumba es una medida equivalente a un cachimbal que olvidé incluir en mi artículo H. mensor. Yo me hice millonario en la que ocurrió durante el gobierno de don Rodrigo Carazo, y ahora soy multimillonario aunque apenas puedo terminar el mes.
Solo que si los gringos siguen haciendo emisiones morrocotudas de dólares, que se vienen aquí como capital golondrina porque tienen el interés a cero y aquí es muy alto, y si el colón vale por eso cada día más, aunque uno pueda comprar menos, me voy a terminar empobreciendo de nuevo; sin que pueda yo explicar a qué se debió aquella brutal devaluación que se atribuye al aumento del petróleo, que los financistas aprovecharon para crear la “deuda odiosa”, y que algunos como Corea e Islandia han dejado de pagar, exponiéndose a los inevitables litigios de la globalización, como el que nos va meter Infinito.
Yo solo veo una esperanza: una mutación que marcará a los honrados. Los sinvergüenzas seguirían engañando porque no lo pueden evitar, pero los honrados tendrían forma de identificarlos, aislarlos y prosperar, eliminando a los otros por ser más competentes.