Mons. José Rafael Quirós
Arzobispo Metropolitano de San José
La familia es la base sobre la que se construye toda vida humana. En su seno, la persona aprende a vivir, crecer y amar, forjando los cimientos de la sociedad y transmitiendo los valores que sostienen la humanidad. La familia no es solo insustituible, sino una verdadera escuela de valores que nos enseña a ser personas íntegras, a través del ejemplo y la convivencia diaria.
Desde los primeros relatos del Génesis, Dios nos muestra el propósito divino de la familia como comunidad de personas. Jesús mismo eligió nacer y crecer en el seno de la Sagrada Familia, dándonos el ejemplo de cómo, en este espacio, han de cultivarse los valores del Evangelio y las virtudes que nos forman como personas.
En la familia sólidamente conformada, es donde se enseñan, no solo con palabras, sino con el ejemplo, principios fundamentales como el respeto, la generosidad, la paciencia y la justicia. En su entorno, los hijos descubren el valor de la vida, la importancia de la verdad, y el sentido de la fe. Los padres, como modelos vivos, enseñan a través de sus actos cotidianos el verdadero significado del amor y el servicio.
Hoy, la familia enfrenta grandes desafíos. Las ideologías que relativizan su importancia y promueven la individualidad extrema amenazan con desestabilizar este núcleo vital. Los antivalores, como el egoísmo y la indiferencia, se imponen en una sociedad cada vez más deshumanizada. Hay medios de comunicación que contribuyen a trivializar el amor y los compromisos familiares. Sin embargo, es en la familia donde podemos contrarrestar estas influencias, enseñando a los hijos a discernir lo que es verdadero y bello según la luz del Evangelio.
Defender la familia es una misión urgente. No se trata de una institución del pasado ni de una opción secundaria; es un don de Dios que debe ser protegido y promovido en todos sus aspectos. Desde políticas públicas que aseguren su estabilidad hasta lo que nos corresponde como Iglesia. Así, el acompañamiento pastoral que fortalezca la fe y el compromiso testimonial de familias unidas, donde el amor de Dios se hace visible.
El Papa Francisco nos dice que “en toda sociedad, las familias generan paz, porque enseñan el amor, la aceptación y el perdón, que son los mejores antídotos contra el odio, los prejuicios y la venganza que envenenan la vida de las personas y las comunidades” (Papa Francisco, 25 de agosto del 2018).
La familia sigue siendo el lugar donde Dios actúa de manera especial, un faro de luz en tiempos de oscuridad. Es el espacio donde el ser humano aprende a vivir plenamente, y donde los valores del Evangelio han de hacerse vida. Hoy, más que nunca, debemos renovar nuestro compromiso de protegerla, formarla y acompañarla, pues la familia es el corazón mismo del plan de Dios para la humanidad.