Gloria Bejarano Almada*
Honestidad e integridad, dos conductas que determinan el comportamiento de una persona y nos muestran su verdadero carácter.
Un mismo hecho tiene tantas versiones como intérpretes la relaten. Y no es un asunto de honestidad con la verdad, todos pueden ser honestos al momento de relatar, desde su perspectiva, desde su vivencia, desde su ideología, punto de vista o información, de ahí la importancia de tener referentes que ayuden a analizar los hechos sin apasionamientos ni distorsiones, simplemente apegados a las evidencias.
Contar con referentes confiables, personas que no se dejan llevar por arrebatos, intereses ulteriores o verdades a medias es esencial para cualquier pueblo. Su profundo conocimiento sobre un tema determinado permite que las personas puedan formarse un criterio propio, una opinión informada o un juicio basado en más en la razón y la evidencia que en las suposiciones y los comentarios tendenciosos.
Se ha popularizado el termino de “posverdad” que, de acuerdo con el diccionario de la Real Academia, es la “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones a fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”.
Esta distorsión busca que la objetividad pierda valor ante la subjetividad para lo cual se emplea una estrategia que se propaga a través de los medios, especialmente digitales, que popularizan noticias falsas. Los usuarios rápidamente los convierten en comentarios que rozan con la difamación y el descredito de instituciones, personas, hechos históricos y referentes. Las publicaciones anónimas y los “bots” son el medio ideal para eludir posibles responsabilidades legales.
Si bien los comentarios tienen como propósito sembrar dudas, insultar, destruir la confianza en el sistema, muchos de los usuarios no son conscientes que están siendo manipulados para generarlos y provocar un enojo generalizado, pues simplemente repiten lo que no saben, suponen sin evidencias y no se informan correctamente.
La maledicencia, la calumnia y las injurias son formas distintas de ofender y descalificar que pueden ser consideradas delitos que no siempre llegan a los tribunales, pero que, en el caso de la posverdad, son delitos van más allá de la ofensa a un individuo, es la estrategia usada para desacreditar referentes, distorsionar la realidad y destruir la democracia como ha ocurrido en nuestra América.
La distorsión deliberada de la realidad en la que se manipulan creencias y emociones con el único fin de influir en la conducta y el pensamiento de las mayorías es una herramienta efectiva que ha sido usada desde hace tiempo como ocurrió en el Reino Unido, que durante la antesala de las votaciones del referéndum se utilizó para el abandono de la Unión Europea. De igual manera se ha empleado para destruir democracias como la venezolana. La aplicación de este modelo de comunicación y manipulación no es fortuita ni nueva y lo mismo responde a intereses de izquierda o derecha. El “guion” existe y se ha aplicado en distintos momentos de la historia en los que el descrédito de los referentes naturales y las teorías de conspiración contra la ciencia, hacen casi imposible que la razón y la Verdad prevalezcan.
Los ataques a la institucionalidad y a sus representantes facilitan el desmantelamiento del sistema.
Referirse a sus opositores como sabandijas o gusanos es también una vieja estrategia empleada por los nazis para generar odio y rechazo hacia judíos y gitanos que una vez deshumanizados podían ser “aplastados”, menospreciados y exterminados sin mayor remordimiento. Cada acción que se emprende bajo esta estrategia de comunicación es premeditada desde declarar “la Navidad en octubre” hasta “exigir la disculpa del Rey de España” por la conquista, todos son distractores para evitar que se centre la atención en lo que verdaderamente está pasando.
Es en estos momentos en los que el carácter de un pueblo y sus habitantes se pone a prueba y los ciudadanos deben recurrir a la búsqueda de la Verdad, informándose correctamente, procurando ser críticos, honestos con ellos mismos, respetuosos de los demás, pero, sobre todo, ser íntegros y coherentes en su forma de pensar y actuar por el bien de la Patria.
*Ex primera dama de la República