La relación entre educación y la posibilidad de salir de la pobreza es una ecuación que nadie discute. Nuestro país es un claro ejemplo de cómo por medio de la educación y de la inversión en esta, Costa Rica logró convertirse en uno de los países de la América Latina con mejor nivel educativo en su población y que, producto de esa visión, es un país que aún goza de condiciones especiales para la atracción de inversiones que requieren mano de obra más calificada y no en un país de maquila barata. Sin embargo, hay que reconocer que ese tipo de trabajos hoy solo generan oportunidades para un sector de la población cada vez más reducido, dejando a una gran parte de los adultos jóvenes sin posibilidades de encontrar un trabajo.
Es claro que, viendo los índices de deserción, la falta de habilidades por parte de los estudiantes para desarrollar labores o trabajos, etc., nos llevan a concluir que el tipo de educación que hasta hace unos años era exitosa como impulsora para mejor la calidad de vida de las personas y las familias, ha perdido fuerza para una gran mayoría de personas.
Lo anterior sin agregar que, en Costa Rica, solo un 10 % de los que se gradúan del colegio logra ingresar a las universidades.
Cuando revisamos en el renglón de la inversión en educación, notamos que el país está colocado entre las naciones que más invierte en Latinoamérica (el segundo) y además en relación con el PIB, nos ubicamos por encima del promedio de los países más ricos y estamos muy cerca de cumplir con el compromiso de inversión en educación que la Constitución nos señala (8 %) con lo cual pareciera que el problema que enfrentamos va más allá de la inversión.
Lo anterior parece decirnos claramente que debemos variar la forma en cómo estamos abordando la educación como mecanismo para mejorar la condición de vida de las personas.
Si trabajamos con base en el modelo actual, no creo que pensar dar más capacidades a los profesores sea suficiente para salir de la problemática.
Seguro podría mejorar, pero no en la proporción que se requiere ni en la rapidez o el plazo sostenido que se necesita.
Además, esa gran cantidad de jóvenes que hoy termina la secundaria y no logra estudiar en un centro de educación superior tampoco podrá obtener fácilmente un empleo, puesto que no cuenta con la experiencia requerida.
Es por ese motivo que considero que la educación debe enriquecerse más hacia la dirección de preparar a los jóvenes para que se formen por medio de la práctica de un trabajo.
Un sistema que les permita a los estudiantes, desarrollar las capacidades para poder trabajar.
Es aquí donde insisto en que la formación dual es una nueva y gran posibilidad de lograr complementar el sistema educativo tradicional, con un modelo que se les dé a los jóvenes habilidades y los prepare de manera adecuada para desempeñar un trabajo, generar ingresos y romper el círculo de la pobreza.
La educación dual es un modelo educativo que nació en Alemania hace más de 400 años, en donde el estudiante combina la teoría con la práctica de tal manera que al terminar su formación técnica o profesional cuenta con la experiencia para trabajar. Adicionalmente, durante la época de estudios, el joven recibe una beca que le permite generar ingresos para mejorar la calidad de vida de él o ella y su familia.
Muchos países han implementado el modelo dual de manera exitosa y, como Alemania, cuentan con índices de desempleo en adultos jóvenes menores al 5 % (comparados con un índice superior al 23 % en Costa Rica).
Es el momento de buscar soluciones creativas a los retos que enfrenta nuestro país, y como hicieron los líderes de la Patria en el pasado, iniciar una nueva etapa de prosperidad para nuestros ciudadanos.
*Expresidente
Ejecutivo del Incofer