La docencia universitaria está llamada a renovarse adoptando paradigmas que le permitan aproximarse a la complejidad de nuestro siglo en los distintos contextos a nivel mundial.
Los factores de este cambio están vinculados principalmente al entorno político, económico, social, cultural y factores internos de cada institución. La docencia en educación superior debe hoy construirse a sí misma en su andar y a partir de sus propias incertidumbres y exigencias.
No obstante, la manifestación reciente convocada por los sindicatos, CONARE, estudiantes y otros grupos de presión con el objetivo de que no se toque el presupuesto de educación tuvo un triste espectáculo por la notable presencia de profesores y rectores de la oligarquía local que se aferran a salarios millonarios, privilegios y un estilo de vida digno de la familia real.
Las rectorías de las universidades públicas han sido hasta aquí quienes, en su posición, quieren tiranizar e insensibilizar una sociedad en decadencia moral y social para mantener sus privilegios. Han enviado a docentes y estudiantes como carne de cañón para que se manifiesten en defensa de intereses ocultos bajo el lema dónde está mi beca.
Desde sus orígenes y a través del tiempo, la misión de la Universidad Pública ha sido la de formar seres humanos cultos, elaborar y transmitir la cultura, entendida como un sistema de ideas vivas.
Las universidades se originaron como espacio de reivindicación social para articular la identidad de cada nación y para defender el derecho de todos a la educación, el conocimiento y la cultura.
Las universidades estatales son producto de una corriente de pensamiento que considera una obligación del Estado proveer los medios adecuados para que los ciudadanos tengan oportunidades de desarrollo económico y social, lo que a su vez permitirá el desarrollo del Estado mismo y generará mejores condiciones de vida a lo interno del Estado.
En otras palabras, la Universidad Pública ha sido, es y seguirá siendo la encargada de formar profesionales y especialistas en diversas áreas del conocimiento y también la encargada de la formación de auténticos ciudadanos, responsables, comprometidos éticamente con la realidad social que les rodea a través de sus funciones esenciales: investigación, docencia, extensión y desarrollo.
Cabe destacar que el pago de salarios a los docentes del MEP, la operación de los comedores escolares, las becas para estudiantes pobres, las mejoras en infraestructura educativa y los giros a las universidades públicas se financian en su mayoría con deuda.
Esto supone que las autoridades de las diferentes universidades públicas deben hacer un esfuerzo para realizar un mejor manejo financiero y regular los salarios según el mercado y no como lo hacen actualmente, que parece un grupo élite que pese a no generar sus propios ingresos tiene salarios y pensiones insostenibles.
Finalmente, hay que exigir a los rectores de las universidades públicas rendición de cuentas para conocer los datos y tomar las acciones correctivas correspondientes.
*Director Ejecutivo Asociación Salvemos el Río Pacuare