El Partido Acción Ciudadana (PAC) cambia de traje cada vez que llega a Zapote. Arriba con aires de baluarte del cambio por los caminos de la ética, la solidaridad y la justicia social, y una vez en el poder deambula por los tenebrosos senderos de las componendas y las alianzas con los sectores más conservadores y oligárquicos.
Pero el PAC persiste cínicamente en presentarse como defensor de los pobres y adalid en la lucha contra los “privilegios”. Y hasta se atreve a declararle la guerra a los “pensionados de lujo”, haciendo malabares para complacer a la oligarquía empresarial-financiera. Vende la primogenitura por un plato de lentejas, y no le importa servir en bandeja la cabeza del Estado Social de Derecho.
Por eso, se convirtió rápidamente en un partido más de corte electoralista; sus miembros bailan la danza electoral cada cuatro años, para convertirse hoy en diputados, mañana en alcaldes (con salarios que duplican y hasta triplican el de un catedrático universitario) y pasado mañana en ministros. Por favor, ¿dónde cabe tanta desvergüenza? Solo en este país del cinismo, la hipocresía y la vanidad de quienes han hecho del poder un fin en sí mismo.
El gobierno del PAC accedió al poder con la bandera del progresismo para transitar, en coalición con el bipartidismo PLUSC y hasta con los partidos confesionales evangélicos, hacia un populismo de derecha, que viene en avanzada de norte a sur, es decir de Trump a Bolsonaro. Ahora, asume su versión a la tica producto de una inédita alianza entre el PAC, la oligarquía empresarial-financiera, la “dictadura mediática” y el fundamentalismo religioso.
Los aires de triunfalismo con que el gobierno de coalición oligárquica y el poder mediático celebran sus victorias pírricas, haciendo alarde del consenso legislativo para la aprobación masiva de proyectos, no hacen otra cosa que develar la fragilidad de sus pies de barro. Apelan a maquillar su imagen con el discurso mesiánico-populista de salvar a los pobres endeudados y sin empleo, con las migajas que les regatean a la clase media porque a la clase alta no la tocan, es su aliada natural.
También están dispuestos a hipotecar al país al sistema financiero internacional, para continuar medio administrando la crisis, con la idea de culminar airosos una gestión más con sello PAC. Pero “la mona aunque se vista de seda, mona se queda”…, con perdón de tan digna señora, que sí sabe jugar la danza de la vida entre los árboles y sorprendernos siempre con su mirada serena y sin dobleces. Por eso, su aparente fealdad se transforma en belleza.
¿Cómo pretenden sacar al país de la pobreza y la desigualdad con esta “nueva” receta asistencialista de refundición de deudas? Así, van a celebrar el Bicentenario con más pobres, desempleados y una clase media más endeudada y precarizada.
Es curioso, el PAC nace y se fortalece con el apoyo de los pobres y la clase media y hoy impulsa políticas contra ellos, para favorecer a las pocas familias ricas de este país que, como señalara con preocupación el exministro Francisco Morales (Programa La Lupa, 89.1), superan con creces en riqueza a las tradicionales familias oligárquica de El Salvador. Por eso el PAC, al igual que el fundamentalismo religioso, es un partido que “nace entre los pobres contra los pobres” (Enrique Dussel).
*Sociólogo