El balance generalizado es que los ministros de Salud y Seguridad Pública, así como el presidente de la CCSS, han hecho un excelente trabajo. Ha hecho bien Carlos Alvarado, como presidente de la República, en poner este equipo al frente de los medios de comunicación y no acaparar él los medios de prensa.
Los jefes de Estado que han politizado la pandemia y se han transformado en absolutos protagonistas no solo han puesto en evidencia sus egos narcisistas, sino también sus errores y grandes debilidades. El presidente Donald Trump es el más loco ejemplo de esta conducta.
Esta semana la Asamblea Legislativa aprobará un presupuesto extraordinario del Poder Ejecutivo por ¢502.000 millones para atender la pandemia médica y sus secuelas económicas y sociales y, a la vez, “realizar pagos urgentes de la deuda pública”.
Pero ese presupuesto no alcanzará. Es insuficiente, incluso, para atender la emergencia social. Esto va para más largo y no conceptualizarlo así es un error político y de perspectiva social y económica.
El equipo económico y el ministro de Hacienda se equivocan en sus cálculos y pronto tendrán que encontrar una solución integral y de mucha más profundidad, tanto en la cantidad de fondos que se necesitarán para subsidiar el enorme desempleo y a los sectores sociales vulnerables en condiciones de pobreza, como en los fondos y acciones para apoyar la necesaria recuperación de la economía y evitar el colapso de las pequeñas y medianas empresas.
El Banco Mundial ha pronosticado una caída del 3,3% en la economía de Costa Rica. Eso será un golpe fuertísimo inmediato. En el 2021 volveríamos a crecer.
De todo lo que he leído, la mejor y más inmediata solución, simple y a la yugular, es la formulada por el expresidente José María Figueres, apoyado por varios calificados economistas keynesianos, de transformar en colones US$1.000 millones de los US$8.000 millones en reservas de que dispone actualmente el Banco Central y destinar esos casi ¢600.000 millones a paliar la crisis social y establecer una especie de renta básica mínima en la base de nuestra población más vulnerable, mientras dure esta emergencia.
Siempre quedarían en el Banco Central US$7.000 millones en reservas, que es suficiente para las necesidades de seis meses. La propuesta incluye que un mínimo recargo en las transacciones financieras internacionales pagaría esos recursos. Así, el riesgo inflacionario por colonizar sería mínimo y asumible.
Esos fondos podrían transferirse no solo por los canales estatales establecidos en forma de subsidio a los desempleados o bien, directamente, a los trabajadores por medio de las pequeñas y medianas empresas privadas, lo que las mantendría funcionando y operativas, evitando más crisis y desempleo.
Esto es simple y creativo. Es una medida audaz, inmediata y eficaz. Pero con preocupación escucho que el sector económico oficial sigue pensando en más impuestos, aunque los llamen solidarios. Dudo que eso lo acepte el país.
…¿Y usted qué opina?