Opinión
El conflicto en Oriente Medio sigue siendo una de las situaciones geopolíticas más complejas y antiguas del mundo. En este contexto, los recientes ataques perpetrados por Irán y la organización terrorista Hezbollah contra Israel han reavivado tensiones históricas. La escalada de este conflicto refleja dinámicas que involucran alianzas estratégicas, violaciones del derecho internacional y luchas por influencia en la región.
El ataque de Irán contra Israel: Un conflicto que escala. El 1 de octubre de 2024, Irán lanzó más de 180 misiles balísticos contra Israel en una ofensiva sin precedentes. Este ataque alcanzó escuelas, hoteles y edificios residenciales, marcando un punto álgido en las tensiones bilaterales. Irán justificó su acción como una represalia por los presuntos asesinatos de líderes como Ismail Haniyeh (Hamás) y Hassan Nasrallah (Hezbollah) a manos de Israel, aunque estas afirmaciones no han sido corroboradas de forma independiente.
El gobierno israelí, con el apoyo de Estados Unidos y otros aliados, calificó esta agresión como un “grave error” y prometió consecuencias severas. La administración estadounidense ha coordinado una respuesta conjunta con Israel, destacando su compromiso con la defensa de sus socios estratégicos en la región.
Este ataque no fue un hecho aislado, sino parte de una estrategia más amplia del gobierno iraní, que ha declarado abiertamente su intención de destruir Israel. La retórica de Teherán, respaldada por acciones militares, representa una amenaza continua para la estabilidad en el Medio Oriente.
Alianzas estratégicas y el papel de Estados Unidos. Frente a la creciente amenaza iraní, Estados Unidos ha reafirmado su apoyo a Israel, subrayando la importancia de la alianza estratégica entre ambos países. Además, el centro de comando militar, que incluye a Emiratos Árabes Unidos y otras naciones, es parte de una coalición destinada a frenar el expansionismo iraní y promover la estabilidad en la región. Esta alianza no solo es militar, sino también política y económica, con la meta de construir un “eje del futuro”, donde los países moderados buscan la paz y la prosperidad.
Por otro lado, Irán y los grupos extremistas como Hezbollah representan el “eje del pasado”, basado en el fanatismo y la violencia. Esta es la dicotomía central en el Oriente Medio contemporáneo: un bloque enfocado en el desarrollo y la paz, frente a otro que persiste en la confrontación y la destrucción.
Hezbollah y el Líbano: Un conflicto aún más complejo. El 8 de octubre, sin provocación previa, Hezbollah, la organización armada chiita con sede en Líbano, lanzó un ataque desde territorio libanés hacia Israel. Esta ofensiva no solo causó víctimas, sino que marcó un nuevo episodio en las ya tensas relaciones entre ambos actores.
Lo que agrava aún más la situación es el asesinato del primer ministro libanés durante este ataque, lo que sumió al país en una grave crisis política. Además, se reportó la muerte de gran parte del liderazgo de Hezbollah, generando incertidumbre sobre los próximos movimientos del grupo.
Es importante destacar que Hezbollah no representa al Estado libanés, sino que opera como una entidad independiente y armada en violación de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. La Resolución 1559 exige el desarme de todas las milicias en el Líbano, mientras que la Resolución 1701 demanda un alto el fuego y la retirada de fuerzas extranjeras. Sin embargo, ninguna de estas resoluciones ha sido implementada con éxito, ya que ni las fuerzas de paz de la ONU ni el ejército libanés han logrado desarmar a Hezbollah, perpetuando así la inestabilidad en el país.
El secuestro de rehenes y la crisis humanitaria en Gaza. Otro episodio crítico es el secuestro de 101 personas -incluyendo niños y adultos mayores- por parte de Hamás en Gaza. Hamás ha rechazado los acuerdos propuestos para la liberación de los rehenes, exigiendo la liberación de terroristas encarcelados en Israel como condición. Esta negativa no solo complica la situación humanitaria, sino que también refleja la intransigencia del grupo al priorizar sus objetivos estratégicos sobre el bienestar de los civiles.
A pesar de las condenas internacionales, las resoluciones y declaraciones hasta ahora no han logrado detener las violaciones al derecho internacional por parte de actores como Irán y Hamás.
La débil respuesta internacional y el rol de Costa Rica. Costa Rica, conocida por su tradición pacifista, ha emitido declaraciones en las que hace un llamado a la calma y al diálogo. Sin embargo, esta postura ha sido criticada como insuficiente, dado que los ataques de Irán, Hezbollah y Hamás constituyen claras violaciones del derecho internacional.
Costa Rica tiene la oportunidad de asumir un rol más activo en los foros internacionales, exigiendo la implementación efectiva de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, particularmente las resoluciones 1559 y 1701. En lugar de limitarse al llamado a la calma, debería promover un enfoque basado en el respeto al derecho internacional y la defensa de los derechos humanos, alineándose con las naciones que buscan la estabilidad en la región.
Un futuro incierto, pero con esperanza. El conflicto entre Israel, Irán y Hezbollah no tiene una solución inmediata ni sencilla. Las tensiones históricas, las diferencias religiosas y políticas, así como las alianzas estratégicas, hacen que la situación siga siendo volátil y peligrosa.
El futuro de la región dependerá en gran medida de la capacidad de la comunidad internacional para hacer cumplir las resoluciones de la ONU y de que países como Costa Rica asuman un papel más proactivo en la defensa del derecho internacional. A pesar de los desafíos, la esperanza radica en el “eje del futuro” liderado por los países moderados que buscan la paz y la prosperidad, enfrentando así a quienes optan por la violencia y el conflicto.
*Empresaria y expresidenta de Grupo INS