Washington. (AFP) – Kamala Harris romperá uno de los techos de cristal más altos el miércoles cuando preste juramento como la primera vicepresidenta de Estados Unidos, marcando el camino de la Casa Blanca más diversa de la historia.
Como compañera de fórmula del presidente electo, Joe Biden, ayudó a poner fin al turbulento gobierno de Donald Trump. Durante la campaña, Harris lo enfrentó por su manejo caótico de la pandemia, los disturbios por la injusticia racial y sus duras medidas contra la inmigración.
Harris, de 56 años, entra a la Casa Blanca tras haber recorrido un camino único. Fue la primera mujer negra en ser elegida fiscal general en California y la primera mujer de ascendencia del sur de Asia en el Senado.
Como vicepresidenta, estará a un paso de liderar Estados Unidos.
Mientras que el trabajo del vicepresidente es a menudo visto como ceremonial, Harris también tendrá un poderoso papel decisivo en el Senado de Estados Unidos.
Los dos padres de Harris son inmigrantes. Su padre llegó a Estados Unidos desde Jamaica y su madre, ya fallecida, desde India y sus vidas quedaron marcadas por la narrativa del \”sueño americano\”.
Harris nació el 20 de octubre de 1964 en Oakland, California, que entonces era un foco de activismo por los derechos civiles y en contra de la guerra.
Se graduó en la Universidad de Howard, en Washington, un ícono de la cultura negra en Estados Unidos, y ese fue el comienzo de una carrera fulgurante como fiscal, que la llevó a ser elegida dos veces como fiscal de distrito en San Francisco y luego fiscal general de California en 2010.
Su gestión como fiscal general le permitió acercarse a Beau Biden, el hijo fallecido del ex vicepresidente, que tenía el mismo cargo que ella en Delaware, y quien murió de cáncer en 2015.