Con la toma de posesión del presidente Joe Biden, Estados Unidos ha entrado en un periodo clave para recuperar los desastres de Trump. A nivel interno, consolidar políticas de igualdad, salud, educación, solidaridad, inmigración y, sobre todo, recuperar la unidad de los americanos. A nivel internacional, volver a los espacios multilaterales de donde nunca debió salir y aplicar políticas de cercanía con los socios estratégicos. Todo un reto para la Administración Biden, que tiene que esforzarse en los primeros meses para plasmar la realidad de un cambio en ambos escenarios.
Sin embargo, me gustaría centrar la atención en el papel que le toca vivir a la Vicepresidenta Kamala Harris. A sus 56 años se coloca como la segunda persona en rango y la primera mujer en ocupar el cargo. La mayoría de los analistas internacionales ven a Harris como la futura presidenta de los Estados Unidos de América. Su papel como vicepresidenta no se parecerá en nada a los anteriores: debe estar muy cerca de Biden, apoyar sus políticas tanto dentro del territorio nacional con visitas permanentes a los Estados; como en el exterior, donde la veremos participando en Cumbres multilaterales y realizando visitas de estado.
Cuatro años para preparar y organizar muy bien su candidatura, ganarse el afecto de la ciudadanía y el respeto en el ámbito internacional. Con Biden no le será difícil realizar este trabajo, pues desde el primer momento le va a asignar tareas y funciones mucho más allá de lo habitual en el cargo de vicepresidenta, funcionando como un tándem y, ojo, totalmente lista para poder asumir el cargo de presidenta en caso de fallecimiento o incapacidad del propio Biden.
Kamala Harris ha demostrado su capacidad como Fiscal y Senadora, su pasión por las políticas sociales y su compromiso con la igualdad de la mujer. En un mundo fundamentalmente de hombres, ha sabido abrirse paso con firmeza y claridad en sus objetivos. Va a trabajar, codo con codo, con todos los secretarios, especialmente con la Secretaría de Estado y con el Jefe de Gabinete, coordinando todo el trabajo con Biden. Ella sabe cuál es el reto y lo difícil que le resultará conseguirlo. Pero está dispuesta a dar la batalla en lo que puede significar su presencia como presidenta de los Estados Unidos hasta 2032. Todo un reto en la agenda de una política joven y preparada.
Debemos prestar atención a todos y cada uno de sus movimientos (pactados con Biden), para interpretar sus avances de cara al objetivo 2024. Me consta que ya cuenta con un equipo de personas expertas para planificar toda su labor en estos cuatro años que, sin prisa, pero sin pausa, van a desarrollar una estrategia para su carrera a la presidencia. También las encuestas sobre nivel de aceptación la sitúan en buen lugar, incluso antes de asumir su cargo.
De todas formas, en política cuatro años son una eternidad y pueden ocurrir mil cosas alejadas de esta evidente opción de Kamala Harris para el futuro. A saber qué nos deparan los meses futuros.
*Experto en Relaciones Internacionales y Cooperación