El 20 de noviembre, en la Iglesia Universal celebramos con alegría y gozo en nuestros corazones la fiesta en honor a Cristo Rey. Dicha fiesta viene desde hace muchos años, sin embargo, a partir del 11 de diciembre de 1925 fue instaurada por el Papa Pío XI (número 257 en la historia de la Iglesia, el primero fue el apóstol San Pedro, hasta el año 67).
Cristo es Rey del Universo porque Él es Dios, la verdad y Espíritu Santo. Su voluntad humana está unida a la voluntad divina. El título y potestad de Rey se lo da Dios. Por eso, en la persona de Jesús, amamos, adoramos, alabamos glorificamos el Santo nombre de Dios. El Padre lo puso todo en sus manos. Cuando Jesús envía a sus apóstoles, el Evangelista Mateo 28, 18 escribe las siguientes palabras pronunciadas por Cristo, para ellos: “Me ha sido dada toda autoridad en el Cielo y en la Tierra”.
El evangelista Lucas, uno de los apóstoles de Jesús, capítulo 1 versículo 26 en adelante, narra la anunciación del ángel Gabriel a una joven virgen que estaba comprometida en matrimonio, con un hombre llamado José. La virgen se llamaba María. Después de que el ángel le da la buena noticia a la virgen de que ella es la escogida por Dios para que sea madre de su Hijo, el ángel, le dice: “El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David; gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás”.
Otro de los apóstoles llamados por Jesús es Juan. Leemos en el capítulo 18, versículo 33 en adelante, sobre el reinado de Jesús, cuando Pilato lo interroga y le pregunta: “¿Eres tú el Rey de los judíos?, Jesús contestó: “Mi reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo mis guardias habrían luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi Reino no es de aquí”. Pilato le preguntó de nuevo a Jesús: “Entonces, ¿tú eres rey?”. Jesús respondió: “Tú lo has dicho: Yo soy Rey”. El apóstol Mateo, en el capítulo 25, versículos 31 y siguientes, se refiere al juicio final. Cuando Jesús venga en su gloria rodeado de todos sus ángeles, se sentará en el trono de gloria, pues todas las naciones serán llevadas a su presencia. El versículo 34, dice: “Entonces el Rey dirá a los que están a su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre, y tomen posesión del reino que ha sido preparado para ustedes desde el principio del mundo”. El reinado de Jesús es, en verdad, universal, eterno, de santidad, perdón, amor y paz. A diferencia de los reyes de la tierra, el reinado para Jesús no busca poder político, ni prestigio social, mucho menos fuerza militar, ni riquezas, ni mujeres.
Miguel Aguilar Somarribas, cura párraco de Los Chiles (1974-1979), en entrevista que me concedió, dice: “La venida de Jesús al mundo es para salvarlo de lo que estaba perdido -no a condenar a nadie-, vino a abrirnos la puerta del Cielo y para ponernos en paz con Dios, esto lo logra entregando su vida en el madero de la cruz.
Por eso es Rey, para que vayamos a gozar del Reino Eterno; por eso nos pide purificarnos con el seguimiento de su palabra que es vida”.
Oremos para que el Hijo del Hombre, cuyo Reino no es de este mundo, conceda a los que tienen el Poder de los costarricenses, representados en los tres Poderes de la República: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, puedan ejercer dicho poder en beneficio de todos y, sobre todo, de los más necesitados.
Padre Nuestro, escucha mi anterior oración que se hace con la lectura de este comentario en tu honor, por todo el pueblo de Costa Rica, para que se extienda entre nosotros tu reino de justicia, amor y paz. Amén.
*Servidor de apostolado en la Iglesia