Desde que se empezó a hablar del código QR muchos sectores pegaron el grito al cielo y se mostraron molestos porque, en lugar de ayudarlos a atraer más gente a sus negocios, esta medida provocaría que menos personas los visitaran.
En algunos casos porque no quieren vacunarse, en otros porque no saben usar la tecnología para sacar el bendito código y la verdad otro tanto de la población no quiere seguirle la corriente a este Gobierno ni desea que ellos sepan todos sus movimientos.
Quizá un cúmulo de todas estas razones motivaron a varios sectores, pero en especial al turismo, a poner un recurso en contra de esta medida y lograron por lo menos de momento traerse abajo el bendito QR.
Sin embargo, como todo en este país, en muchos sitios se dio a conocer que se iba a seguir gestionando los códigos y continuarían entregándolos a sus dueños, al parecer al Gobierno o no le importó lo ordenado por un juez o en el fondo tiene la esperanza de que todo transcurra con normalidad y puedan seguir pidiendo el codiguito para entrar a todo lado.
Alegaron tener desconocimiento de la resolución e indicaron ser respetuosos de lo que al final se decida, sin embargo, a veces sus actitudes contradictorias son demasiadas.
La idea es que las autoridades puedan ratificar el esquema de vacunación a través de este código, el cual se estipuló como obligatorio para entrar a establecimientos comerciales.
Este tema del QR ha sido un desorden tras otro y lo peor es que la gente en general se siente muy confundida con toda la información que dan a conocer sobre el asunto, porque muchos, a pesar de haberse puesto ambas vacunas, resulta que ni siquiera aparecen en el sistema.
Otro tanto de personas se ha metido al link, ha puesto sus datos y a la hora de solicitar el pin este no llega ni por correo ni por mensaje, de modo que los usuarios se han quedado a la espera y varados a mitad del trámite.
Otro hecho curioso que sucedió es que, luego de la conferencia donde anunciaron que, para poder entrar a centros comerciales, bares, restaurantes y hasta a las iglesias se tornaría obligatorio tener un código QR, todo mundo empezó a entrar al link que el Gobierno dio a conocer.
Extrañamente, y aun cuando dijeron que el servicio se habilitaría hasta noviembre, siempre hubo personas que ingresaron, hicieron el trámite y les llegó el dichoso código, situación que aún no se aclara si es que este les va a servir para enero o si lo tendrán que tramitar nuevamente, o nos preguntamos cuántas veces deberá tramitarlo la gente, porque algunos después de muchas idas y venidas de las autoridades ya hasta colección tienen.
No obstante, después de algún tiempo no se sabe a ciencia cierta por qué no permiten enseñar los carnés de vacunación y ya o tan sencillo como mostrar el EDUS, donde está toda la información que nos atañe y así no hay necesidad de andar dejando un rastro digital de cuáles lugares visitamos, más después de los últimos acontecimientos en que algunas autoridades al parecer están deseosas de obtener información de los costarricenses a toda costa.
Seamos realistas, el país ansía que todo vuelva a la normalidad, entonces nos preguntamos cómo habilitar un servicio que al parecer aún no está listo. Eso demuestra una vez más que les encanta improvisar, hacer que se hace y actuar sobre la marcha.
Otro tema que aún está en el aire es a quién consultan para tomar decisiones en este Gobierno, porque los empresarios estaban en desacuerdo con esto del código QR, pero no en el tema de la vacunación obligatoria.
Nos preguntamos entonces si esta es una brillante idea para reactivar la economía o terminará de quebrar a los comercios que han podido aguantar los embates de la pandemia y las arbitrarias restricciones gubernamentales.
Para 2021, los negocios que quedaron vivos tras los estragos de cierres masivos del año anterior están viendo cómo subsistir, muchos ni tan siquiera han podido volver a la cantidad de personal que tenían antes de la pandemia.
Muchas veces pareciera que en Costa Rica nadie piensa en todas las familias que vieron cómo su sueño de tener un negocio se esfumaba entre sus manos, cómo muchos después de ostentar gran poder adquisitivo por tener un trabajo estable lo vieron perdido en cuestión de días, cómo aún hay gente que sigue con contratos suspendidos…
Es urgente que en este país dejemos de improvisar y pensemos en cómo reactivar la economía que tan golpeada está por la pandemia y las malas cabezas que toman decisiones de manera antojadiza, como si se tratara de un juego.