Hace unos días celebramos el Día de los Inocentes y por eso es pertinente señalar que a lo largo de la vida hemos sido víctimas de muchas “inocentadas” sexuales, que más que triviales bromas, tienen significativas consecuencias. Veamos:
1. ¿A cuántos nos dijeron que terminar afuera era más que seguro para no correr riesgos en materia sexual? Pues bien, sin duda “pasamos por inocentes”. El coito interrumpido es un método de baja eficacia para prevenir el embarazo y, peor aún, para evitar el contagio venéreo.
2. Más común es la idea de que las pastillas anticonceptivas funcionan varios días después de haber abandonado la toma. Esa idea es totalmente falsa. Cuidado con esa inocentada.
3. También se pasa por inocentes cuando se cree que la edad daña la potencia sexual: “Después de los cincuenta, ya uno no está pa’ esos trotes”, “Con la edad, ya uno no sopla”. Estas ideas, absolutamente falsas, han imperado en la sociedad. Sin duda, en nuestra cultura “comemos pan caliente”.
4. De igual manera la falsa idea de que el ejercicio baja la vejiga, los senos y hace que todo se afloje. Terrible inocentada por la cual muchos sacaron el ejercicio de la agenda cotidiana y optaron por seguir “navegando o viendo tele” en el tiempo libre.
5. Por mucho tiempo, pasamos de inocentes cantando y creyendo que “el guaro es un alimento y yo solo jumo quisiera estar”. Nos dijeron que el vino era romántico, que la cerveza es un matiz más de la playa, que el whisky da un toque magistral a la intimidad, y que el vodka agrega un toque foráneo a los encuentros sexuales. Pues sí, pasamos por inocentes. En realidad, el licor afecta la erección y, en la mujer, dificulta la consecución del orgasmo, sobre todo, como se toma en nuestras tierras.
6. Cuidado, ahora “nos quieren hacer pasar por inocentes”, cuando mienten al decirnos que las drogas no dañan, que no afectan, y hasta se dejan decir que incrementan el potencial humano e incluso el rendimiento sexual. Pero no nos dicen que este sorprendente interés internacional por la legalización de las drogas obedece a las ansias de ciertas transnacionales de comerciar cuanto antes con la adicción de los pueblos.
7. Pasamos por inocentes cuando nos quejamos de no tener tiempo, de vivir sumergidos en el trabajo y, por eso, tener debilitada el área sexual. La verdad, en los cinco mil años de historia, somos las primeras generaciones que solo trabajamos ocho horas diarias. Nunca antes los sábados y los domingos habían sido días libres. Hoy disponemos de “ocho horas para trabajar, ocho horas para dormir y ocho horas para ver las flores”, como decían los Héroes de Chicago. Entonces, si no se tiene tiempo para el sexo, probablemente se trate de que no sabemos administrar tanto tiempo libre.
8. Más inocentes somos cuando creemos que el estrés quita el deseo sexual. Si el estrés afectara la iniciativa sexual, la humanidad ya se hubiera extinguido. El sexo es una fuerza suprema que emerge aun en condiciones realmente adversas. Guerras, persecuciones, censuras, prejuicios, matanzas y desvelos no han podido aniquilar la sexualidad ni la ternura.
9. Y nos dijeron que los homosexuales no entrarían al reino de Dios. Hoy “el Papa del fin del mundo” eliminó esa censura medieval.