La ciencia y tecnología siempre han sido motor de avance para el desarrollo humano, siendo que esta generación ha sido testigo de la más fuerte transformación de la realidad social y económica gracias a los avances tecnológicos, sin embargo, la legislación va mucho más lento.
Es impresionante como sociedad nos hemos envuelto en esta ola de cambios a tal punto que no terminamos de asimilar uno cuando ya estamos viviendo el siguiente, pero lo más preocupante es que los debates regulatorios no se dan con la misma frecuencia e intensidad.
La normativa vigente debe velar para que desde la instrucción básica nos formemos más alineados con las necesidades del presente y del futuro, por lo que hasta el cómo aprendemos debe mejorarse. De la misma manera, para nuestra sociedad es esencial una cultura de ciberseguridad y privacidad que nos proteja a todos, pero principalmente a la niñez, de los peligros de internet.
De igual manera, las empresas deben desarrollar su cultura de seguridad, privacidad y derechos digitales, que le permitan a sus colaboradores ser más eficientes y felices, en una sociedad que cada vez vive más conectada, bien haríamos con permitirles desconectarse.
Además, el sistema educativo debe velar tanto por la formación cultural como por el aprendizaje de habilidades tecnológicas como la programación.
Quizás el tema más sensible son los datos personales, en lo que se basa el Estado y la economía moderna, los cuales se han constituido en un tema de agenda nacional a raíz de cuestionamientos por mal manejo al sector público y privado, muchas veces con el mínimo respeto a una legislación que está resultando permisiva y que aun así las autoridades no la hacen cumplir. No obstante, es prioritario que nos empoderemos y concienticemos que nuestros datos personales nos pertenecen y son parte de nuestros Derechos Humanos.
El Colegio de Abogados y Abogadas se ha apuntado al reto de la innovación regulatoria a través de la discusión de temas que deberán ser discutidos pronto en la Asamblea Legislativa, si nuestro país no se quiere quedar atrás.
Los diputados están ante el desafío de construir, de la mano de la sociedad civil, legislación que le permita a Costa Rica crecer integrada de una forma competitiva a un mundo donde la digitalización de procesos, uso de monedas electrónicas, interacción con inteligencia artificial, internet de las cosas y hasta la nueva vida que ofrece el metaverso pueda ser disfrutada con plenitud, prosperidad y seguridad jurídica, porque las sociedades que no se adapten entrarán en rezago de oscuridad, desestÍmulo a la innovación, expulsión de la inversión y fuga masiva de cerebros.
*Miembro Comisión de Innovación Regulatoria del Colegio de Abogados y Abogadas de Costa Rica