Acaba de pasar la primera Semana Santa ya casi sin pandemia. Como señalamos hace siete días, es una semana en la cual reinan el descanso y la recreación en la mayoría de las familias. Los horarios y las rutinas se esfuman casi por encanto. Unos se sumergen por entero en las actividades religiosas, mientras otros optan por la tranquilidad de la casa o por el convivio en playas y montañas. También están aquellos que aprovechan para viajar al exterior.
En estas “nuevas vacaciones”, cada vez son más frecuentes las conquistas sexuales, algunas muy esperadas y otras sorpresivas. A menudo, en unas y en otras se olvida el uso del condón, con el consecuente riesgo de adquirir una enfermedad venérea.
Lamentablemente, todavía impera la falsa idea de que las enfermedades de transmisión sexual son exclusivas de prostitutas o de mujeres de “mala vida”; que las relaciones con una persona que “se ve aseada” no acarrean riesgos; que una persona instruida o estudiada no puede estar infectada; que una persona con recursos no porta estos gérmenes. Recordemos que estas infecciones están presentes en todos los estratos sociales, pobres y ricos, estudiados e iletrados, jóvenes y viejos. Todos, absolutamente todos, podemos padecer de una enfermedad venérea.
Además, muchas de las nuevas enfermedades venéreas pueden pasar largos periodos sin dar síntomas o molestias, por lo cual una persona infectada puede contagiar a otros sin darse cuenta. Por otra parte, algunas veces los síntomas suelen ser inespecíficos y transitorios, de tal forma que se piensa que es cualquier molestia sin importancia. Un leve ardor al orinar, durante unos cuantos días; una molestia en el caño de la orina, que desaparece espontáneamente; una sensación de “quemada” con la salida del semen; cierto malestar, como un dolor sordo en los testículos, pueden ser indicios de haber adquirido una de estas infecciones.
Más común es la presencia de brotes en la piel de los genitales. Algunas veces es un enrojecimiento en los genitales, sea generalizado o como pequeños puntitos rojos fáciles de visualizar. Otras veces se observan fisuras, que como cortaditas abren la piel y generan ardor y picazón. Todas estas molestias son motivo suficiente para consultar.
Raramente aparecen síntomas aparatosos. Expulsar pus por el caño de la orina, la presencia de una úlcera tipo chancro en los genitales, secreciones amarillo-verdosas, olores pestilentes y desagradables, aunque suceden, no suelen ser tan frecuentes.
Para agravar más la situación, varias enfermedades, como el virus del herpes, el virus del papiloma y algunos tipos de sífilis, se pueden transmitir aún utilizando el preservativo. Desde luego, el riesgo es mayor cuando el condón no se usa correctamente, como suele ocurrir en nuestra cultura.
Además, mencionábamos que estas infecciones también pueden pasar inadvertidas. Entonces, es común el escenario del hombre que, al no sentir ninguna molestia después de una aventura, contagie a su pareja porque no sabe que está infectado.
Sirva este comentario para que todos aquellos que tienen la sospecha de haber sido infectados consulten cuanto antes. Es mejor hacer lo difícil cuando todavía es fácil.