Año difícil, que no mostró un arranque en la economía. Así califican los empresarios de la industria alimentaria al 2019, al no alcanzar una tendencia de reactivación económica, por lo que solicitan al Poder Ejecutivo señales más claras y coherentes que incentiven la inversión privada y la confianza del consumidor.
Para octubre de 2019, la industria alimentaria, mayoritariamente ubicada en el régimen definitivo, mostró apenas un 1% de crecimiento en comparación con el mismo mes del año anterior, cuando la industria decrecía -0,4%.
Un panorama distinto presentó la industria alimentaria instalada en zonas francas, que para octubre de 2019 mostraba una variación interanual del 9% con respecto al mismo mes del año anterior, cuando la industria instalada en este régimen decrecía -3,3%.
Para Maurizio Musmanni, presidente de los empresarios de alimentos y bebidas, “debemos ponerle mucha atención al comportamiento de la producción nacional y el comercio ubicado en el régimen definitivo, en el que se encuentra casi toda la industria alimentaria que incide directamente sobre la economía interna”.
Por tal motivo, la Cámara de la Industria Alimentaria (Cacia) señaló los principales factores que requieren acción inmediata para que la desaceleración que vive el sector no se convierta en una crisis irreversible en los próximos meses.
La negatividad entre las expectativas de los empresarios y consumidores todavía preocupa.
Indicaron que el 2019 se caracterizó por una combinación de señales positivas y negativas, cuya combinación genera confusión y desconfianza en consumidores y empresarios.
Las exportaciones también sufrieron. Entre las principales variables de reducción de las ventas se encuentran algunos productos de alto volumen a Norteamérica y Asia, así como la caída de las ventas a Centroamérica, especialmente por la coyuntura económica de Honduras y El Salvador, así como la reducción de las exportaciones a Nicaragua, explicada por la profunda crisis social y política que vive el país del norte desde 2018.
Solamente en el caso de Nicaragua, entre los años 2018 y 2019 redujo sus importaciones en unos $25 millones, lo cual representa un duro golpe para la economía nacional.
Entre los productos con reducciones importantes en sus exportaciones se incluyen los jugos de fruta, aceite de palma, productos de panificación y galletería, azúcar, fruta procesada, quesos, carnes procesadas, yogur, chocolatería y harinas de trigo.
Además, hubo un comportamiento positivo en concentrados para bebidas, purés de frutas, leche en polvo, leche fluida, pastas alimenticias, cereales y snacks, entre otros.