Soy una mujer de 30 años. Tengo tres años de casada y en todo este tiempo la relación ha sido difícil. No sé por qué, pero yo lo quiero mucho y sé que él me quiere, pero por todo chocamos, aun así, siempre teníamos relaciones. Siempre quisimos un bebé y ahora tengo tres meses y medio de embarazo. Yo pensé que con la ilusión que tenemos nos íbamos a llevar mejor, pero estamos peor, por todo peleamos y ya ni tenemos relaciones.
– El embarazo expone a la pareja a una serie de exigencias mucho mayores que los que depara la vida usual. Los achaques, los temores por cómo serán los nueve meses y el parto, la incertidumbre de que el niño venga bien, aunado a los nuevos gastos que implica el embarazo en sí, y el futuro bebé, entre muchos otros factores provocan fuertes niveles de estrés. Las parejas que antes del embarazo tienen una vida estable y armónica logran asimilar todos estos retos, y el vínculo emocional sale fortalecido, dando más cohesión a la relación.
Por el contrario, las parejas que ya de por sí les costaba congeniar en el día a día, y que con facilidad entraban en conflictos repetitivos, suelen ver cómo el convivio cotidiano se vuelve más difícil al punto que son frecuentes las separaciones durante el embarazo. Por eso la ciencia recomienda pedir los hijos cuando ya la pareja goza de una estabilidad emocional.
Si no fue así, y el embarazo ocurre cuando todavía reina el caos, es importante que ambos traten de conversar en buenos términos para ver si pueden llevarse mejor, en el nombre del amor que se profesan y del bebé que está por venir, si los esfuerzos son insuficientes es fundamental que busquen ayuda profesional, con el fin de evitar que engrosen la enorme lista de divorcios que ocurren en parejas que ya tienen hijos.